En Quebec, Canadá se ha creado el primer Bios Park del mundo en el que es posible enterrar a nuestros seres queridos y que estos se conviertan en árboles. El catálogo va desde el manzano silvestre hasta el arce azucarero, pasando por el roble, el gingko, lila, hortensia o arce amur.
La empresa responsable de esta idea es una funeraria llamada Bios que, en su afán de ayudar a las familias a despedirse de sus seres queridos -previo pago de 140 euros por urna-, ideó una fórmula económica de entierro sino a la vez que amable con el medioambiente. Pura sensibilidad. Sobre todo, si tenemos en cuenta que un entierro ecológico puede rondar entre los 800 y 3.200 euros con gastos que incluyen una parcela de entierro, tarifas para abrir y cerrar la tumba, un marcador de parcela y un pago único para un fondo de cuidado perpetuo para mantener la propiedad como un sitio de entierro natural.
El método consiste en recipientes biodegradables llamados Bio Urnas que contienen una mezcla de semillas y fertilizantes de origen natural que se combinan con los restos de los seres queridos, ya sea que se trate de mascotas o personas. Con el paso del tiempo, una vez que la urna sea enterrada en el suelo, crecerá un árbol. Solo es necesario rellenar la cápsula inferior con las cenizas del ser amado, mezclar los componentes con las semillas, cerrar la urna y plantarla a 5 centímetros de la superficie de la tierra.
“La Urna Bios® es una urna para cenizas, que transforma el ritual de la muerte en un acto de regeneración y vida. Su objetivo es convertir el «fin de la vida» en un proceso transformador y promover un retorno a la vida a través de la naturaleza. Menos espacio para los cementerios y más espacio para cultivar árboles es una excelente manera de lidiar con la contaminación, la sobrepoblación y la deforestación.” Afirman en su sitio web.
Y atención porque, al parecer, muchas personas, al optar por usar las Bio Urnas, visitan mucho más asiduamente a sus seres queridos. Inclusive, de acuerdo a sus palabras, notan que es mucho más agradable pasar un rato a la sombra de su árbol en lugar de hacerlo en un cementerio frente a una fría lápida. No hay color.