La intención del Gobierno de subir el IVA es muy significativa, en primer lugar, porque los socialistas siempre han considerado el IVA el impuesto de la derecha, que perjudica sobre todo a la clase trabajadora. En segundo lugar, subir el IVA significa que Pedro Sánchez no está dispuesto, bajo ningún concepto, a recortar el gasto público. De hecho, ningún ministro ha mencionado la posibilidad de recortar el gasto para recuperar el pulso económico, ni siquiera cuando el PIB haya vuelto a niveles precovid.
El Gobierno no ha podido subir los impuestos a las grandes multinacionales -se marchan si lo hace- ni tampoco ha podido subir el IRPF todo lo que quisiera porque la economía de las familias ya no da más de sí. ¿Dónde o cómo recaudar? Subiendo el IVA superreducido del 4% (alimentos básicos, medicamentos, protésis…) y el reducido del 10% (alimentos, hostelería, vivienda…) al tipo general del 21%.
De momento se trata únicamente de una posibilidad, según la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, y la decisión dependerá -cómo no- del informe que presentarán los expertos en febrero de 2022. Lo dicho: que el Partido Socialista Obrero Español suba el IVA es el colmo y muestra su afán recaudatorio desmedido.
Luego están las tasas -impuestos finalistas- que quiere implantar el Gobierno como son, por ejemplo, los peajes. Esa es la hoja de ruta del Gobierno social-comunista: además de pagar más impuestos, pagaremos tasas por cada cosa que utilicemos. Y cada vez serán más elevas, porque el gasto público siempre aumenta al menos que el Gobierno le ponga coto. Y Sánchez no está por la labor. Eso no es progresista.
Por cierto, uno de los argumentos más utilizados por Marizú es la baja presión fiscal (recaudación sobre PIB) que hay en España en comparación con Europa. Hablamos del 35,4% frente al 40% de media de la UE. Eso es así, pero también lo es que en esfuerzo fiscal (presión fiscal sobre PIB per cápita) España está entre el cuarto y el quinto más alto de la OCDE.