Fernando Abril-Martorell está en un callejón sin salida. El Gobierno, a través de la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, no le ha dejado acogerse a la vía de los ERTE para capear el temporal de la crisis económica actual. Un contratiempo que, en el caso de INDRA cobra especial importancia porque el negocio principal de Minsait, la antigua división TI, consiste en prestar servicios de outsourcing a terceros y actualmente esos empleados, destinados en compañías como Telefónica, Iberdrola, Repsol, Santander, etc. están en el dique seco.
Y no estamos hablando de un outsourcing cualquiera, sino de unos servicios al alcance de muy pocas compañías, entre ellas, INDRA y Accenture. Sea como fuere, al comienzo de la pandemia, Abril-Martorell planteó un ERTE que fue rechazado por el máximo accionista, a la sazón, el Gobierno, que controla el 18,7% del capital a través de la SEPI.
Minsait es la división más numerosa en número de empleados y la que tiene menos margen de negocio, si la comparamos con la de Defensa. El problema es que Abril-Martorell tampoco puede contar con un presupuesto para Defensa, toda vez que es un negocio que depende exclusivamente de los Presupuestos Generales del Estado, aún pendientes de aprobación y que no parece que vayan a incluir un apartado de Defensa especialmente boyante.
Y como guinda, el presidente de INDRA tampoco puede ampliar el perímetro comprando, por ejemplo, ITP a Rolls Royce. No hay dinero.
A todo esto, si Abril-Martorell dejara la Presidencia de INDRA ahora, se iría con un plan de pensiones de 2,5 millones de euros y una remuneración que en 2019 alcanzó los 2,3 millones de euros. No está mal.
En cualquier caso, la situación de Abril-Matorell no es sencilla: no puede reducir costes ni ampliar el perímetro, como hizo con la compra de Tecnocom, ni tampoco puede fiar el futuro de la compañía a la división de Defensa, aunque es la que aporta un margen mayor. Depende del Gobierno. Por cierto, el presidente de INDRA no se lleva demasiado bien con la secretaria de Estado de Defensa, Esperanza Casteleiro.