- El titular de Defensa quiere que Indra sea líder en ciberdefensa, pero sin poner un euro.
- En otras palabras, pretende centrar la parte más tecnológica de la compañía para fusionarla con otras áreas de Defensa como Isdefe e Inta.
- Y Abril-Martorell intenta dos cosas: primero, sanear Indra, y luego, ceder el cogollo de defensa al proyecto del Gobierno.
- Y lo más cachondeable de todo: llevan cuatro años con un proyecto fracasado, y ahora pretenden ponerlo en marcha en cuatro meses.
Cuando
Pedro Morenés (
en la imagen) asumió la cartera de
Defensa, lo hizo con un objetivo que estaba por encima de los demás: crear un polo militar industrial o, si lo prefieren, un polo industrial de defensa, con
Indra como eje principal. El proyecto iba en serio –sigue encima de la mesa- y prueba de ello son las distintas opciones que se han presentado a lo largo de estos tres años y medio, y que hemos ido contando puntualmente en Hispanidad.
Resumiendo: primero se intentó fusionar
Indra con otras empresas públicas como Navantia. Pero era una megaoperación inviable, en la que se mezclaban peras con manzanas y, además, de empresas con pérdidas. Segundo intento: Eduardo Serra y
Morenés lanzaron a Antonio Hernández Mancha como sustituto de
Javier Monzón en la presidencia de
Indra. Pero tampoco salió bien, entre otras razones porque
Monzón se negó a abandonar la compañía.
Entonces,
Morenés intentó que un núcleo duro comprara el 20% de la Sepi. Incluso, tenía a los inversores: José María Aristrain y el empresario y banquero belga, Albert Frère. Tampoco triunfó, aunque se pensó en incluir también al grupo familiar británico, Hanson, como uno de los accionistas de referencia. Agua.
Por cierto, resulta curioso que el Estado entrara en
Indra para protegerla de la entrada de intereses extranjeros –asegura
Morenés en una entrevista publicada este viernes en Expansión-, y luego se buscara la participación activa del belga Frère y del británico Hanson. Todo muy lógico. Sea como fuere, ya se han consumido 44 de los 48 meses de la legislatura, y de polo militar industrial, nada de nada. La cosa, como se ve, no es sencilla.
En cualquier caso, el titular de
Defensa insiste en su objetivo y quiere que España sea líder en ciberdefensa, todo de la mano de
Indra, claro está. El problema es que lo quiere lograr sin poner un euro. En otras palabras, pretende centrar o desgajar la parte más tecnológica de
Indra con el fin de fusionarla con otras empresas públicas vinculadas con
Denfesa, véase Isdefe (Ingeniería de Sistemas para la Defensa de España), o Inta (Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial).
Pero una operación de esas características presenta problemas importantes. Para empezar, habría que convencer a los accionistas de referencia de
Indra –además de la Sepi (20%), están Corporación Financiera Alba (11,3%), Fidelity Management Research (10%), Taube Hodson Stonex Partners (3,2%) y Telefónica (3,1%)-, así como al 52,2% restante que está en manos de minoritarios. Tarea más que compleja, teniendo en cuenta que no es lo mismo una
Indra con área de defensa que una
Indra sin ella.
Algo sí ha logrado Morenés, aunque ya es un poco tarde: echar a Monzón y colocar a
Fernando Abril-Martorell, "la persona que considerábamos que podría sumarse al proyecto del Ministerio", asegura en la entrevista. Efectivamente, desde que llegó a Indra a finales de enero,
Abril-Marorell intenta dos cosas: primero y más urgente, sanear las cuentas. Luego, ceder el meollo de defensa al proyecto del Gobierno.
En cualquier caso, lo más cachondeable de todo es que el Ejecutivo lleva cuatro años con un proyecto fracasado, y ahora pretende ponerlo en marcha en cuatro meses. Imposible.
Pablo Ferrer
pablo@hispanidad.com