El presidente de la Comisión Islámica de España (CIE), Mohamad Ayman Adlbi Adlbi, ha sido detenido por la policía española acusado de colaboración terrorista. Lo explican muy bien en La Razón: se le relaciona con un operativo para recaudar fondos con destino a Siria, país del que es natural. Fondos, casualmente, destinados a yihadistas.
Por su edad, 75 años, este médico ha quedado en libertad a la espera de cargos y con la obligación de venir a declarar cuando el juez lo solicite.
En teoría, Ayman Adlbi es la máxima autoridad y el máximo representante de los musulmanes en España, cuyo número crece con rapidez y ya se aproxima a los dos millones, según cifras de los propios mahometanos. Hablamos por tanto, de un 4% de la población total de España.
Más verdades: a los mahometanos les cae mal España y les caemos mal los españoles. No se integran, prefieren formar guetos
Ahora bien, lo que une al islam es, obviamente, su credo religioso. Lo que ocurre es que el islam no tiene una autoridad reconocida. Cuando el clero islámico, como ocurre en Irán, desea influir toma el poder civil. No ocurre exactamente así en Arabia, pero también los poderosos gobernantes saudíes saben que podrían tener problemas si se mostraran como blasfemos. De hecho, podría ser su único problema,
Por eso, asegurar que Ayman Adlbi es el jefe de los musulmanes españoles podría resultar una exageración. Aún así, pensar que en la cúspide se asienta un colaborador de terroristas obliga a pensar en la verdad aunque resulte políticamente incorrecta. Y además, se trata de varias verdades, políticamente incorrectas:
1.El islam quiere recuperar Al Andalus, es decir, España. La consideran de su propiedad por los siete siglos que pasaron aquí.
2.Además, les cae mal España y les caemos mal los españoles. No se integran, prefieren formar guetos.
Muchos musulmanes consideran -¡Ojalá, hijo ojalá- que la España católica es el enemigo a batir. Ojalá, porque España ya no se puede llamar católica.
3.El islam no es una religión de paz. Insisto: no es afín a la clemencia y, además, es una caricatura del cristianismo, que se queda en lo externo. El ‘Dios es amor’ del cristianismo se le queda muy lejos. Insistimos. Para un musulmán, llamar padre a Dios es una blasfemia. Para un cristiano, Dios es, además de creador y redentor, padre.