El muy honorable presidente italiano Sergio Matarella -en mi opinión un pedante insufrible- ha confiado al expresidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, la formación de un nuevo gobierno para Italia. Es decir, ha encargado a un tecnócrata financista, en principio no afiliado a partido alguno, la formación del Ejecutivo Italiano. Ya saben, un Consejo de ministros de sabios y sabihondos, de hombres por encima de esa cosa tan vulgar llamada ideología, de los que piensan que las cosas no son ni buenas ni malas, sino complejas o fáciles y que el mundo debe ser dirigido por una élite… casualmente coincidente con sus personas y sus condiciones.
El regreso de los tecnócratas no es una buena noticia. Que las ideologías desaparezcan no es progreso, es tragedia. Y encima, en el siglo XXI se trata de tecnócratas financistas.
Draghi no es el expresidente del BCE: es un exbanquero de inversión convencido de que la política económica no consiste en fabricar bienes sino en fabricar dinero
Me explico: Mario Draghi no es el expresidente del BCE: es un exbanquero de inversión, por tanto un financista amante de la especulación, convencido de que la política económica no consiste en fabricar bienes sino en fabricar dinero. Y si el asunto no funciona -y no funciona- la conclusión primera, y me temo que última, de un financista es… fabricar más dinero.
Que un personaje como Draghi sea el encargado, como primer ministro de Italia, de aplicar justicia, también justicia distributiva, y de garantizar la libertad y el orden social es tan peligroso… como introducir a los neocomunistas de Podemos en el Gobierno de la nación.
Se cumple este año 2021 medio siglo desde la abolición del patrón otro. Sería el mejor momento de volver a él y acabar con el poder de los tecnócratas. No son las ideas las que deben que permanecer neutras: lo que tiene que permanecer neutro es el dinero, ergo no hay que fabricar sino aquel que se precisa para cumplir su función como instrumento de intercambio de bienes y servicios. Ni un céntimo más.