Está bien esto de igualar el impuesto sobre el beneficio, aunque a servidor toda nivelación le parece peligrosa. Uno ama la diversidad.
El caso es que Janet Yellen, antes en la Reserva Federal, ahora mandamás económico del Gobierno Joe Biden, ha propuesto igualar, en concreto en el 28% y para todo el planeta, el impuesto sobre el beneficio de las empresas.
Siendo el impuesto sobre el beneficio puedo aceptarlo, si fuera el IRPF me negaría en redondo. Ahora bien, como todo instrumento globalizador, el asunto, o bien es imposible o bien genera más problemas de los que soluciona… o ambas cosas a la vez.
Lo que ocurre es que doña Janet es progre y global. Es decir, todos iguales a partir de lo que yo diga
De entrada, ¿qué pasa con los paraísos fiscales y, sobre todo, con los semiparaísos fiscales. Es decir, no con Gran Caimán, sino, por ejemplo, con un estado más digno, como Holanda. Si una empresa se instala en ese país se reirá del impuesto global de doña Janet.
Personalmente, me paree más factible homologar el impuesto de sociedades con el IVA y así se evita el efecto paraíso. Ejemplo: que España cobre a una tecnológica que opera desde Irlanda, por ejemplo, según, no lo que gana en España, sino según lo que vende en España, que sí lo podemos saber.
Además, el sistema es más justo: pague en España según los ingresos que en España obtiene.
Lo que ocurre es que doña Janet es progre y global. Es decir, todos iguales a partir de lo que yo diga. Y ya se sabe que la igualdad de los desiguales es otra desigualdad.