Lo explica muy bien el diario La Vanguardia. Tras un día largo de reuniones, la Dirección de la Reserva Federal americana, el banco central aún más poderoso del mundo, no se mueve. El gobernador de la Reserva Federal, Jerome Powell se acobarda y no sube los tipos de interés. Como siempre, ha lanzado el “hoy no se fía pero mañana sí”. Los tipos, cuasi-aesgura que subirán en junio peor por ahora se quedan entre el 1,5 y el 2% (por cierto, más elevados que en el Banco Central Europeo de Mario Draghi).
¿Y el paro? EL paro depende tanto del crecimiento como el despido libre. El paro en Estados Unidos no existe (4,1% o paro técnico) porque existe despido libre.
La Reserva Federal USA acentúa el financismo, el virus más peligroso
Y naturalmente, se amplía la deuda norteamericana, verdadero agujero negro que pagamos ente todos los habitantes del planeta. Es decir, que seguimos viviendo en un océano de liquidez que está ahogando a la economía mundial,
La economía no crece cuando se fabrica dinero sino cuando se fabrican bienes y servicios. Esta perogrullada lleva medio siglo olvidada y así ha producido unos países endeudados esclavos de los mercados financieros, de carácter especulativo.
Era la oportunidad de Powell de empezar a drenar liquidez, un concepto habitual hace 40 años en los reguladores de la masa monetaria y hoy olvidado. Bueno, se han olvidado hasta de eso que se llama masa monetaria.
Porque, ¿Cuál es la principal consecuencia de ese océano de liquidez en el que se desarrolla ya dos generaciones? Pues que devalúa toda la economía mundial. La economía real, la que produce bienes y servicios. Cuando aumenta el dinero (economía financiera) se devalúa el producto.
Powell amaga pero no golpea: cuasi anuncia subidas de tipos pero los deja igual
Y como Estados Unidos mantiene la inflación en el 2,4%, el conjunto de la economía mundial camina hacia el ahogamiento colectivo. Su patrimonio se devalúa y la propiedad se dedica, no a multiplicar la riqueza sino a evitar esa devaluación, y no aumentando la producción o el servicio, sino mediante la especulación en los mercados financieros.
Y todo este andamiaje se soportaba sobre una base llamada soberanía monetaria: la soberanía particular de cada país (sólar, euro, etc) y la global que imponía el dólar norteamericano. Pues bien, ese océano de liquidez entra ahora en el caos de las criptomonedas, que rompen con esa soberanía monetaria para poner la economía mundial al servicio de las matemáticas (eso, en el mejor de los casos), al servicio de un algoritmo que, como toda ecuación es ciega e insensible.
El océano de liquidez nos aboca a la crisis permanente
Jerome Powell no se atrevido a cortar con un proceso que le parece insoslayable. Hace mal , porque el océano de liquidez nos aboca a la crisis permanente. A las de 2007 seguirá otra, a no mucho tardar. Y su carácter seguirá siendo el mismo: lo que Karol Wojtyla calificaba como ‘financierización’ de la economía, que debemos traducir al castellano como financismo o economía financista, aquella que no produce productos sino dinero.