• Y a nadie le importarán demasiado.
  • Los sacrilegios de los sacerdotes son más graves que las profanaciones de las Rita Maestre: ellos sí saben lo que hacen.
  • "Están desviando la atención para que creáis que la batalla dentro de mi Iglesia está en otras cosas pero la batalla está en la Eucaristía".
  • El ladrón Dimas: acuérdate de mí cuando llegues a tu reino"
  • Y la respuesta: "Hoy estarás conmigo en el paraíso".
  • El tiempo apremia.
Este año tocaba Lucas. El pasado Domingo de Ramos, como siempre en este pórtico de la Semana Santa, se leía en los templos la pasión, al completo. Como nos hemos vuelto blanditos nos provoca indecible esfuerzo el hecho de mantenernos en pie durante los 15-20 minutos que cuesta relatar cómo el Dios que sufría, como Hombre que era, fallecía en medio de una de las muertes más crueles que haya inventado la sociedad. Y es que los tiempos modernos recuerdan aquella sentencia de Chesterton: cuando la realidad no tiende a lo sobrenatural acaba en antinatural. Es decir, El memorial de la muerte y resurrección de Cristo dan lugar a unas vacaciones es decir, propicias a la oración, el ayuno y la alegría de la Pascua, a vivir toda una vida en cuatro días. Pero entonces, acaecen dos 'disfunciones': los unos deciden trabajar en Jueves Santo –por ejemplo, los mercados financieros o El Corte Inglés- y los otros deciden irse a la playa para huir de la Pasión de Cristo. Son dos huida de lo sobrenatural que acaban en lo antinatural. En cualquier caso, toca Jueves Santo, fiesta de la Eucaristía, que es la fórmula más excelsa de caridad y el mayor regalo de Dios a los hombres. Para entendernos, el milagro diario de neutras vidas. Lo sigo de la mano de El Reinado Eucarístico, el nuevo libro de revelaciones de Cristo a la madrileña Marga, porque la Eucaristía vive un momento muy especial y el mundo vive... un momento muy especial. Para romper el hielo: "Los sacrilegios se sucederán. A nadie le importarán demasiado: no intentarán hacer nada por frenarlos". Y luego viene esa ironía, de Cristo, tan propia del Evangelio: "¿Por qué profanar si decís que creéis que ahí no hay nada más que pan?" Eso mismo: ¿Por qué? Pues porque, ahora mismo, en 2016, en pleno siglo XXI, "esta profanación no viene de los poderes de la carne sino de los espíritus malignos". Ganas me dan de recordar el axioma más olvidado del siglo XXI que, en mi opinión, es éste: Dios -o los demonios- existe o no existe independientemente de que nosotros creamos o no creamos en él. Y resulta que sí existen ambos y que los secuaces de Satán andan sueltos por el mundo, en los hombres y mezclados entre los hombres: "Las posesiones se han ido sucediendo en vosotros, a vuestro lado. Convivís con posesos, en el alma y en el espíritu". Los primeros son los más llamativos pero probablemente los más inocentes. Además, los sacrilegios de los sacerdotes son más graves que las profanaciones de las Rita Maestre: ellos sí saben lo que hacen. En cualquier caso, el segundo tipo de poseídos resulta más inquietante: el 'espiritualmente' poseído puede definirse como cualquiera que no esté en gracia de Dios, pero mucho me temo que también hablamos de la porción de éstos que, en términos 'civiles', calificaríamos como los que ya han tomado partido: por el Maligno y frente al Redentor. O sea, los satánicos. Al parecer, abundan. Hasta aquí lo que podríamos llamar, a día de hoy, el estado de la cuestión o análisis de situación, que lleva a Cristo a plantearnos esta pregunta: "¿Defenderéis vuestros templos o aceptaréis con resignación cómo se los ultraja". No hay más que leer en la Red, en los medios informativos, para darse cuenta de la pertinencia de la pregunta pero, los dictados de Cristo a Marga van más allá: "El Maligno ha esperado esta hora de enfriamiento de los corazones, de falta de fe, para venir a profanar. Tiene en sus filas al profanador, un hombre-demonio, con apariencia de bondad, que propiciará las profanaciones. Es el dirigente del ejército del mal. No es el demonio, pero sí su secuaz". Y su objetivo, por si alguien no lo ha cogido, es la Eucaristía. Conclusión, muy propia para el Jueves Santo: "Están desviando la atención para que creáis que la batalla dentro de mi Iglesia está en otras cosas pero la batalla está en la eucaristía". Traducción periodística: la batalla no se libra en las finanzas vaticanas, en la rebelión de la Curia contra Francisco, o en la trifulca entre conservadores y progresistas. Que no, que la batalla está en la Eucaristía. Ojo, no será el Papa Francisco quien atenta contra la doctrina, serán algunos de los que quieren la perdición de este Papa, que es Papa de Cristo. Y a lo peor , cuando consigan el 'cambio' se dan cuenta del berenjenal en el que se han metido. Pero dejemos eso que no soy vaticanista. Volvamos a la eucaristía, que es lo relevante, y concluyamos con el consejo de Cristo: "El tiempo apremia antes de que sea retirado el Santísimo y venga la Abominación de la Desolación". Ya saben, en sentido bíblico, colocar en el altar, en los templos, para adorarle, a un ídolo o al mismo Satán. Ya adoramos a algunos de sus instrumentos, por ejemplo el dinero, pero ahora hablamos de expulsar a Cristo del trono para y entronizar al Maligno, directamente. Es lo que se llama la blasfemia contra el Espíritu Santo, esto es, llamar bien al mal y mal al bien. Intelectualmente, lo llevamos haciendo desde hace una generación (ejemplo,: calificar el aborto como un derecho humano) pero con la abominación de la desolación hablamos de otra cosa. Hablamos de adoración de Satán, Señor del Mundo. Por tanto, "quiero que aumentéis vuestros ratos de adoración al Santísimo, quiero que durante el día multipliquéis vuestras comuniones espirituales, quiero que vuestra vida gire alrededor de Mí en la Eucaristía, que la misa sea el centro de vuestro día". Y de apéndice: "necesito también más reparaciones". Este es el apartado que a un periodista como yo siempre le ha asombrado más de los místicos de ayer y de hoy: nos dicen que Dios Creador necesita del consuelo de la criatura. Misterios de la civilización del amor. Y una advertencia final: "Que en el momento difícil no apostatéis. Pedídmelo a Mí y permaneced conmigo". Todo esto antes de que llegue el cierre de templos… por razones de seguridad pública, naturalmente. Digo que este año, en Domingo de Ramos, tocaba Lucas. Y es él, el médico evangelista que nos habla de Dimas, el buen ladrón, crucificado con Cristo. Ya saben: el de "Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino" Y ya conocen la respuesta: "Hoy mismo estarás conmigo en el paraíso". El futuro puede ser acongojante, puede ocurrir o no ocurrir, pues todo depende de la reacción del hombre ante esta advertencia, pero aunque resultara inevitable, porque el hombre no modificara su conducta, a título personal, esa congoja ante la tragedia se cura y se pasa con la confianza en la misericordia de Dios. Eulogio López eulogio@hispanidad.com