La banca española está inquieta. A los ímprobos esfuerzos que tiene que hacer para aumentar beneficios todos los trimestres, se une ahora la incertidumbre por el nuevo Gobierno frentepopulista de Pedro Sánchez. Y los nervios ya han dado paso a la impaciencia: no han pasado ni dos semanas y los grandes bancos se quejan porque aún no han recibido la primera llamada del gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, ni de la ministra de Economía, Nadia Calviño.
¿Qué teme la Asociación Española de Banca? Para empezar, la nacionalización del sector. Sí, es algo que sólo contemplan como hipótesis de trabajo y que es prácticamente imposible que suceda, pero también es cierto que una de las medidas que podría adoptar el Ejecutivo es mantener Bankia como entidad pública. Y eso tampoco gusta, ni al sector ni al presidente del banco, José Ignacio Goirigolzarri.
Al temor de la nacionalización se une la inquietud por el impuesto a la banca con el que el Gobierno pretende financiar parte de las pensiones. Hablamos de unos 1.000 millones de euros anuales, muy poco comparado con los aproximadamente 108.000 millones anuales destinados a esa partida.
Todo esto en un contexto en el que la banca española se siente maltratada en Europa, con unas exigencias que no se aplican de igual manera en otros países, por ejemplo, en Alemania. Un ejemplo de ese maltrato, según gran parte del sector, ha sido la ‘ejecución’ del Popular. ¿Será capaz el nuevo Gobierno de defender los intereses de la banca española en Bruselas? Los antecedentes auguran lo peor.
Es más, cunde la idea de que Pedro Sánchez, después de suavizar algunas medidas que prometió -por ejemplo, la derogación de la reforma laboral- va a tener que ceder en algo para contentar a sus socios neocomunistas.