- El presidente extremeño es el puente para que el PSOE apoye el decreto contra el cierre de plantas.
- Las elecciones en Extremadura son en 2019 y la licencia de la central de Almaraz vence en 2020.
- Almaraz es clave para Fernández Vara, porque es la principal industria regional, y también para Nadal, que no se fía de Ciudadanos.
- El ministro perdió la batalla con Garoña (460 MW) pero no quiere que le pase lo mismo con Almaraz (2.100 MW).
El ministro de Energía,
Álvaro Nadal (
en la imagen), se agarra a todo lo que se mueve para defender su
real decreto de noviembre contra el cierre de plantas eléctricas, pendiente aún del visto bueno de la
CNMC. Es consciente, sobre todo, de la soledad del PP en el Parlamento.
Por eso juega todas sus bazas, en las que entra, ahora, el presidente extremeño,
Guillermo Fernández Vara, aunque su objetivo es una alianza más amplia con el
PSOE.
La clave está en la central extremeña de
Almaraz, en la que se cruzan todas las circunstancias: no es una industria más en la región, sino la principal, y en paralelo su licencia de explotación expira en 2020.
Almaraz, así las cosas,
es muy importante para Vara, que se juega la reelección en las
autonómicas de 2019, y también para Nadal, que teme encontrarse en Almaraz el segundo asalto serio contra las centrales nucleares. El primero fue el cierre de
Garoña y lo perdió: no pudo evitar el cierre con la ley actual.
El mensaje ya ha llegado a Fernández Vara, que puede servir de puente con
Ferraz. El PSOE, no obstante, está poco por la labor de defender la energía nuclear. Es más, la llegada a la presidencia del PSOE de
Cristina Narbona ha dejado más clara todavía esa posición. Pero Nadal quiere llegar a un acuerdo con ellos porque de
Ciudadanos se fía menos todavía. De hecho, el discurso de la portavoz de Energía de la formación naranja, la canaria
Melisa Rodríguez, es más fiero aún que el de los socialistas.
El peso de Almaraz en el sistema energético español, en cualquier caso,
no es el mismo que el de Garoña, el primer
round antinuclear. La central burgalesa ha dejado fuera de juego 460 MW, más o menos digeribles, pero el peso de Almaraz es mucho más elevado: 2.100 MW.
El impacto, por tanto, sería muy fuerte, también en el aumento del precio de la electricidad que implicaría su término, algo a lo que recurre Nadal cada vez que se habla del
cierre de las centrales de carbón o nucleares.
España, insiste Nadal, no puede prescindir de ninguna fuente de energía en el reparto del
mix. En consecuencia, "si una central no pierde dinero, debe seguir funcionando", al margen de lo que decida el propietario, algo que ha puesto de uñas a
Iberdrola o
Endesa. Los dos son dueñas, no sólo de plantas de carbón, sino también de centrales nucleares y se quejan de la elevada carga fiscal. La central de Almaraz es de las dos eléctricas y de
Gas Natural Fenosa.
La fórmula alternativa que propone Nadal en su real decreto es la
subasta de la planta, en el caso de que el dueño decida cerrarla. Si su planta puede seguir funcionando, porque es rentable, que siga. Esa decisión "no será meramente empresarial", ha explicado el ministro, porque
manda la política energética y los cierres deber ser "ordenados", de acuerdo con los criterios de seguridad, medioambientales y "al mejor precio posible".
Rafael Esparza