- Y mantiene una participación del 63%, mientras ha recuperado 6.500 de los 21.660 millones que puso.
- 2017 pintaba como buen año, pero las nuevas chispas (Popular o banca italiana) imponen cautela.
- Y, sobre todo, el retraso en la subida de tipos.
- Hay un retraso en la salida de los bancos rescatados o que han recibido ayudas públicas.
El Estado holandés se ha deshecho de un 7% del capital de
ABN Amro, banco que nacionalizó en 2008, en plena crisis financiera, pero conserva todavía un 63%. Obviamente,
hace caja al desprenderse de esas acciones (en total 65 millones) e ingresa 1.478,75 millones de euros, pero lo que le queda por recuperar, si lo recupera es una burrada: recibió 21.660 millones en
ayudas públicas, de los que ha recuperado unos 6.500 millones.
La operación, no obstante, más allá del caso concreto, remite a un sentir general en el sector bancario, que ha visto en las últimas chispas, como las del
Popular, ya en el
Santander,
o el
rescate a la italiana de dos bancos italianos (no son los únicos que atraviesan una delicada situación financiera, dentro o fuera de Italia), un punto de inflexión, hasta el punto de retrasar la
bonanza bancaria de este año al próximo.
Y eso explica, como en ABN, que se estén
ralentizando los movimientos de salida de las entidades nacionalizadas o que recibieron ayudas públicas, con el interés de recuperar el máximo posible, aunque no se recupera todo. El caso más claro es España, con el
saldo millonario, irrecuperable, del
rescate bancario de las antiguas cajas.
La operación de salida de ABN se ha realizado a través de
NL Financial Investment, el vehículo encargado de gestionar la participación del Estado holandés, y es posible
desde que el banco volvió a cotizar en 2015, con la salida del 23%. En otras palabras, es un paso más, muy escuálido, que sigue a otro, el pasado año, de otro 7%.
Como en otros casos, los Estados hacen caja con las reprivatizaciones de
entidades bancarias, pero muy poco a poco.
Rafael Esparza