La crisis del grupo de alimentación DIA, que no encuentra su espacio, viene de muy atrás. Basta decir que hace tres años cotizaba, cuando llegó a cotizar en 6,9 euros (abril de 2015), pero se ha ido desgastado, entre muchos altibajos, a los 5,5 (verano del año pasado), cuando entró el ruso Mikhail Fridman, propietario del fondo Letterone. Ahora hace esfuerzos para mantenerse por encima de los dos euros. En el entretanto, la cadena ha consolidado desde febrero de este año su acuerdo con Amazon para potenciar la compra online. Pero esos son, paradójicamente, los dos grandes problemas para DIA.
Por un lado, gana opciones una OPA de Fridman, que ha aumentado su participación en un año del 25 al 29% (sus participaciones antes de julio del año pasado crecieron progresivamente desde el 5 al 10 y, de ahí, al 15%). Esa oferta es posible, pero no a corto ni a medio plazo, entre otras cosas, precisamente por su cotización. La última compra significativa, en agosto de 2017, fue a 6 euros, lo que deja unas minusvalías importantes. Y aparte de eso, el precio de la oferta no puede ser menor al pagado por Fridman en los 12 meses anteriores.
Una OPA de Fridman (29%) es posible, pero no a corto ni a medio plazo por la penalización en bolsa
Además, que Fridman haya avanzado en el capital de DIA, a través de su sociedad domiciliada en Luxemburgo, no cambia el sentido de su inversión, tan especulativa como las de otros fondos instalados en el capital (Goldman Sachs, Baillie Gifford, Black Creek o Norges Bank).
Fridman forzó el relevo en la cúpula del grupo que acabó con el equipo de Ricardo Currás dando la entrada al de nuevo consejero delegado Antonio Coto, como paso previo a un nuevo plan estratégico, pero el objetivo es el mismo: rentabilizar su inversión.
El otro problema es la multinacional Amazon, que ya ha lanzado marcas propias de productos alimenticios -happy belly y wickdly prime- y para competir con ella es necesario con marcas propias, algo que no tiene DIA. El proceder de Amazon es siempre el mismo: aprieta hasta que estás ahogado. Y además, también busca espacios físicos para vender.
El proceder de Amazon es siempre el mismo: aprieta hasta que estás ahogado
Es la razón por el que otras grandes cadenas, como Mercadona o El Corte Inglés buscan otras vías. O Inditex, en otro campo, el de la moda. Los planes de cadena de Ortega son competir con una plataforma global parta el comercio online. Mercadona, que si compite con DIA, se plantea lo mismo -Amazon, lejos- con plataformas locales en zonas concretas de ciudades o pueblos.
El grupo de Juan Roig probó con un sistema propio de compra online con una prueba piloto en Valencia, para dar servicio en el centro de la ciudad, pero los planes son claro: ampliar esa fórmula a otros puntos.
DIA carece de ella y se ha dejado caer en manos del gigante del comercio online.