La vicepresidenta del Gobierno socialista, Carmen Calvo, ha amenazado al prior de los benedictinos del Valle de los Caídos, Santiago Cantera: el prior "ni puede, ni es ni va a ser un obstáculo" en la exhumación del cadáver de Franco. Con esto, dejaba claro, ante las cámaras de televisión, que lo harán aunque el principal responsable de la Basílica, por tanto de la tumba, se oponga y aunquen se violente un lugar sagrado, donde manda la Iglesia, no el Estado, según el concordato entre España y la Santa Sede. 

Como ya hemos informado, el temor de los benedictinos y de buena parte de los católicos españoles es que esta operación política del Sanchismo sirva, dada la cristofobia sanchista, para iniciar una nueva etapa de profanaciones a templos en España.

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El segundo temor consiste en que la exhumción es sólo el comienzo: luego vendrá la desacralización de la Basílica y su conversión en parque temático y, por último, el premio gordo: derruir la cruz, tal y como propuso Podemos. Ya saben, "esa horrible cruz", en palabras de Carmen Calvo. Al parecer, no le gusta.  

Mientras, la familia de Francisco Franco lucha denodadamente para evitar que sus restos sean exhumados  de la basílica del Valle de los Caídos y tras el varapalo de ayer del Tribunal Supremo, que avaló otra vez la exhumación, ha anunciado que recurrirá al Tribunal Constitucional.

El abogado de la familia Franco, Luis Felipe Utrera-Molina, ha confirmado a RTVE que este jueves presentará el recurso de amparo al Constitucional contra la exhumación, un recurso en el que pedirán su suspensión cautelarísima.

Mientras, un fraile menudo, Santiago Cantera, prior del Valle de los Caídos, se resiste a permitir el inicio de un nuevo periodo de profanación de templos católicos en España

Por otra parte, el operativo para exhumar y trasladar los restos de Franco al cementerio de Mingorrubio contará con la presencia de un forense, según ha podido saber EL PAÍS. Eso no implica que tenga que realizar ninguna pericia, sino supervisar la operación por si el féretro no estuviera en buen estado. Bajo la lápida, de 1.500 kilos, hay una caja de zinc que puede costar abrir. Han pasado 44 años desde el entierro y por esa zona pasa una corriente de agua.