La posible fusión Deutsche Bank con Commerzbank, primero y segundo bancos germanos, vuelve a escena en la prensa alemana por variaras razones, pero sobre todo por el impulso del propio Gobierno, a través del Ministerio de Finanzas. El objetivo sería que el país cuente con un banco sólido, no dos con problemas, como sucede ahora, para la respaldar la actividad internacional de empresas germanas.
Que el Ministerio de Finanzas maneje hasta tres escenarios con ese propósito tiene una razón de ser: su participación del 15% en Commerzbank, con la que es el principal accionista desde la crisis financiera.
El intercambio de acciones es uno de ellos, el que más fuerza cobra. Las otras dos opciones son que el Deutsche compre Commerz, con la ayuda de grupos industriales y el propio Estado para financiar la adquisición, y la tercera, la creación de un holding como un vehículo de fusión. La CDU, el partido de Merkel, no obstante, ha mostrado su oposición a que el Gobierno compre una participación del Deutsche.
Christian Sewing, CEO del primer banco, se resiste, mientras Martin Zielke, del segundo, está abierto a la fusión
Una cosa está clara, sí o sí, que los nuevos mínimos marcados en bolsa (la acción en 7,6 euros) Deutsche Bank son un reflejo de las propias dificultades de un banco que se le está haciendo muy cuesta arriba la política monetaria del BCE, por los tipos, al tiempo que no ha encontrado una compensación suficiente en el negocio de banca de inversión, su antiguo fuerte.
A esa situación tampoco le ayudan, precisamente, que la entidad aparezca envuelta en escándalos de lavado de dinero, como en que acorrala a Danske Bank, en el que pesa también la sospecha de que Deutsche pudo participar participó en el 80% de las transacciones de 200.000 millones a través de la filial estonia del banco danés.
Deutsche, con todo, a través de su presidente, Christian Sewing, insiste en su oposición a una fusión, por contraste con el del Commerzbank, Martin Zielke, abierto a esa opción. En la imagen, los dos ejecutivos.