Antes de nada: los males de la Iglesia nunca están fuera: siempre están dentro y, a veces, arriba. Pero, dicho esto, la Iglesia católica sufre una campaña de ataques muy fuerte en España. En concreto, dentro del Gobierno, la Iglesia cuenta con tres grandes enemigos: nuestro muy ateo presidente, Pedro Sánchez -y su esposa, Begoña Gómez, cristófobos de primera-, nuestra siempre cabreada vicepresidenta Carmen Calvo y la titular de Enseñanza y portavoz del Gobierno, Isabel Celaá.
Pero mucho peor que todo ello es el estruendoso silencio de los obispos españoles, que casi da miedo. Pues bien, alguien acaba de romper ese silencio. Lo ha hecho el cardenal Ricardo Blázquez, presidente de la Conferencia Episcopal, en una entrevista con Europa Press, sobre la principal y universal acusación contra el Cuerpo Místico, que no es otra que la de la pederastia: “Los abusos en la Iglesia son solo un 3% de la estadística, pero acaparan todos los focos".
La vicepresidenta Calvo intenta desamortizar y sangrar económicamente a la Iglesia. Cuidado con la enseñanza católica a la que Celaá intenta asfixiar económicamente
¡Menos mal! Para muchos, tras la más exagerada campaña de intoxicación (¡ojo!, mundial, no sólo española) que se recuerda, un cura no es otra cosa que un sospechoso de pederastia. Y ciertamente, la pedofilia clerical es gravísima: cuando a un hombre consagrado Dios se le confía a un niño y le destroza la vida, su pecado clama al cielo. Debe ser castigado con dureza y con rudeza… pero no deja de ser el 3%. El 97% de la pederastia resulta que es laica pero de esta no habla la prensa.
Que los obispos españoles dejen de tener miedo y empiecen a hablar claro o estarán abandonando, no sólo a su grey, sino a 97% de clérigos no pederastas.
Otrosí: el principal problema de la Iglesia de hoy no es la pederastia clerical, sino el ejercicio de la homosexualidad por parte de algunos clérigos, curiosamente jamás criticada en los medios. Los obispos españoles saben que hay muchos más clérigos homosexuales activos que pedófilos. Y recuerden las palabras del Papa Francisco: sobre los “afectos homosexuales” que “no tienen cabida” en la vida consagrada”. Sobre ello, los obispos españoles ni se atreven a pronunciar palabra. Y deberían.
Los obispos españoles tienen que empezar a hablar. Por ejemplo, de los afectos homosexuales en el clero… que “no tienen cabida en la Iglesia”, según Francisco
Pero volvamos a los tres enemigos de la Iglesia en el Gobierno: Sánchez, Calvo y Celaá.
La vicepresidenta Carmen Calvo intenta desamortizar y sangrar económicamente a la Iglesia. Se inventa inexistentes privilegios de la Iglesia en forma de IBI –sabe que es mentira– mientras intenta robarle propiedades por la vía de las inmatriculaciones, con el objetivo último de acabar con el culto católico una vez que la mayor parte posible de templos pasen a propiedad pública.
Y cuidado con la enseñanza católica a la que la ministra de Educación, Isabel Celaá, intenta asfixiar económicamente. La educación católica ya está suficientemente degradada desde dentro y el PSOE, que no Podemos, cree llegado el momento de aniquilarla por quiebra total.
¡Que hablen los obispos! Y que hablen claro. Mejor una Iglesia pobre y libre que una empresa subsidiada –que no rica– pero esclava de lo políticamente correcto.
Por el momento, ¡bien por monseñor Ricardo Blázquez!