• Las prioridades de Gonzalo Urquijo son dos: ni inversiones, ni endeudamiento.
  • Abengoa asumirá los proyectos 'llave en mano', pero dejara la gestión para otros.
  • Limitadas las inversiones se limita también el riesgo y no hace falta apalancarse.
  • Urquijo valora el talento de los ingenieros y encara un giro total en el organigrama.
  • La lista de activos que se podían vender marcó el proceso para la quita de deuda.
  • El proceso para evitar el concurso ya está en su última fase: la homologación judicial.
Pasado el susto de elegir entre quiebra y viabilidad, lo que espera a Abengoa es comportarse como la nueva Abengoa. Es redundante, sin duda, pero define en dos palabras un largo proceso y su resultado. Muy rápido: a lo que se reducirá el grupo tecnológico es, básicamente, a una ingeniería. ¿Qué quiere decir esto? En esencia, que Abengoa abandonará el modo de operar en el negocio, volcándose en la ingeniería energética en la que España es puntera, como prueban el número de contratos en el exterior. Ahora bien, con las dos prioridades marcadas con una cruz por Gonzalo Urquijo, el hombre elegido por la banca: ni inversión ni endeudamiento. Urquijo, que presidirá el Consejo de Administración a partir de la junta extraordinaria del 22 de noviembre -en la sede sevillana de Campus Palmas Altas- espera el visto bueno, en plazo, a la homologación judicial del proceso para evitar el concurso de acreedores, el último trámite antes de esa asamblea (la petición ya está en manos del juez de los Mercantil, con un apoyo del 86% de los acreedores). Y Urquijo es consciente asimismo del talento de los ingenieros de Abengoa ("no dejemos que se vayan", ha venido a decir) y a partir de ahí manejará los tiempos y los nuevos proyectos. Sobre esas dos premisas, como decía, y hacia el horizonte viable de una Abengoa muy jibarizada. Si las inversiones se limitan, se limita también el riesgo, y la deuda, además, no crece. Lo contrario es la cara de la vieja Abengoa. Dicho de otro modo, proyectos de ingeniería en cualquier país, llave en mano, pero nada más, sin asumir la gestión posterior ni, por supuesto, sin contratos de venta o de comercialización de la energía. Busquen el parecido de la nueva Abengoa en otras ingenierías como Técnicas Reunidas, Duro Felguera o Sener. No tienen más que entrar en la actual página web de Abengoa, pinchar en nuestras áreas de negocio, para imaginar, por lo que faltará, el cambio que se acerca. Abengoa se quedaba hasta ahora en el proceso completo de una concesión; Gonzalo Urquijo, no. También partir de ahí llegarán los cambios en el organigrama, radicales. La nueva Abengoa prescindirá del equipo anterior, también de los consejeros y responsables. Cambia así, no es el escenario, sino el modelo de negocio tras un malogrado o frustrado anhelo de estar en áreas de negocio diversificadas y en todas las fases, lo que provocó un apalacamiento insostenible, el mismo que ha dejado heridos en todos los frentes: acreedores, trabajadores, proveedores… Para ello, Abengoa trabajará con determinados activos tras haber emprendido la venta de muchos y los que quedan. Es paradójica, en este punto, la presencia de Gonzalo Urquijo: por un lado, son los bancos los que llamaron y ha tenido que contener las presiones de esos mismo bancos para no vender del cualquier manera. Los activos vendidos deprisa, no en el mejor momento, se deprecian. Pero los activos en su conjunto, paralelamente y al mismo tiempo, han sido el referente en las negociaciones para el rescate de Abengoa desde hace meses. Con ese prisma, entenderán, por ejemplo, que la quita del 70% de la deuda se hizo al revés de lo habitual: se estableció la lista de activos que se podían vender para calcular el 30% de la que sería refinanciado. Y desde ahí se fijó la ecuación de 70%-30%. Quedaron fuera de la lista, sin embargo, los activos más valiosos, como Atlantica Yield o la planta de cogeneración en México (A3T), que han servidos para las garantías en el acuerdo posterior con los hedges funds. Las deuda será refinanciada en los términos acordados en el plan de restructuración firmado en agosto (con una inyección de los fondos de inversión de 1.169,5 millones en total, 515 millones de ellos dinero), que da lugar a un vuelco en la estructura societaria. Ya saben que la participación de los actuales propietarios queda diluida en el 5% (el resto quedará en manos de los acreedores), que deja en un 1,5% la parte de la familia Benjumea y sus socios en Inversión Corporativa. Y eso explica a su vez la batalla que se libra en el interior de la familia contra Felipe Benjumea. Pero Felipe Benjumea, como informábamos ayer, ha intentado también cargarse el acuerdo, aunque se ha encontrado con el criterio del juez de lo Mercantil, que le ha parado lo pies como a las aseguradoras que lo habían impugnado. utilizando todos los resortes de la Ley Guindos sobre procesos concursales para evitar una quiebra. Rafael Esparza