- El P. Samir Youssef habla de una "emergencia en la emergencia" que hace la situación aún más difícil.
- Denuncia que han sido olvidados por el Gobierno iraquí y por la ONU.
- Sólo la Iglesia ayuda a los cristianos que se preparan para vivir "la tercera Navidad como refugiados".
- El p. Samir no quiere distinciones "entre los cristianos, yazidíes y musulmanes cuando se trata de la caridad".
- De las zonas liberadas por el Califato se conocen las historias de mujeres violadas, niños adoctrinados, casas destruidas.
- Y una llamada a la esperanza: nadie cierre "la puerta de la misericordia".
Una "emergencia en la emergencia" que hace aún más difícil las ya precarias condiciones de los
cristianos en
Mosul y la llanura de Nínive, huidos y lejos de sus hogares desde hace más de dos años tras los avances del
Estado Islámico (EI). La ofensiva lanzada el 17 de octubre por el
ejército y los kurdos Peshmerga ha generado "una nueva ola de refugiados, por lo menos 200.000", según las últimas estimaciones, cuya suerte ha sido relegada a un segundo plano y las necesidades y los sufrimientos de quienes "por tercer año" vivirán "la Navidad de los refugiados".
Esto es lo que le dice a
AsiaNews Samir Youssef, párroco de la diócesis de
Amadiya (en el Kurdistán iraquí), que maneja 3.500 familias desplazadas cristianas, musulmanes y yazidíes que han abandonado sus hogares y tierras para escapar de los
yihadistas.
El p. Samir está en primera línea desde el inicio de la emergencia y se encuentra entre los beneficiarios de la campaña lanzada por AsiaNews 'Adopta a un Cristiano de Mosul', que continúa en vista de la Navidad y el invierno a la vuelta de la esquina.
Los primeros
refugiados de Mosul y la llanura de Nínive, dice, "están olvidados debido a la nueva situación de emergencia" provocada por la ofensiva contra el Califato. Los niños se ven obligados a usar los zapatos viejos y gastados, que a menudo no son suficientes para protegerse del frío y la nieve.
Las familias no pueden permitirse nuevas mantas, pero seguirán usando las de los últimos años. Falta el queroseno, los alimentos son escasos y las necesidades son cada vez más acuciantes.
"En nuestra área -dice el sacerdote- el 80% de la ayuda es responsabilidad de la Iglesia. El gobierno (iraquí) hace poco o nada, las Naciones Unidas y las organizaciones humanitarias sólo se ocupan de las personas en campos de refugiados". En Enishke (pueblo de montaña entre Zajo y Dohuk)
hay por lo menos 400 familias necesitadas", pero aquí la ONU y el gobierno no hace nada" y es "sólo gracias a Cáritas y la Iglesia que llega la ayuda".
Géneros de primera necesidad, recursos, ayudas "deben distribuirse a todos", añade el p. Samir, que no quiere distinciones
"entre los cristianos, yazidies y musulmanes cuando se trata de la caridad. Quiero que se asigne a cada uno, sin distinción". Entre las prioridades que la Iglesia también ha querido responder este año figura la recolección "de dinero para enviar a 800 niños a la escuela. La mayoría de ellos asisten a una escuela
a 30 minutos de la localidad".
El año pasado, recuerda el p. Samir, "distribuimos una gran cantidad de ayuda, gracias a las numerosas donaciones recibidas". Pero este año "los recursos han sido muy inferiores y no es suficiente para satisfacer todas las necesidades. Vivimos en una emergencia de la emergencia, sirve de todo, desde la comida hasta la energía, desde ropa hasta dinero para comprar productos de higiene personal".
Entre los refugiados de Mosul y la planicie de Nínive permanece "la preocupación por el futuro, en espera que sean liberadas todas las zonas" todavía bajo el control del Estado islámico. "Los cristianos y yazidies tienen el corazón roto -dijo el sacerdote- al ver las imágenes procedentes de sus áreas, sus viviendas se muestran devastadas (casi el 80% del total), la propiedad robada, la ropa robada".
Una "destrucción sistemática" perpetrada por milicianos
Daesh con el único fin de "impedir el retorno de los refugiados a sus hogares", combinado con la matanza de familias enteras y la esclavización de las mujeres, especialmente entre las yazidies, verdaderas prisioneras del sexo para los yihadistas.
Hoy las tropas iraquíes no deben combatir sólo EI, sino también tienen que alimentar a una población cansada después de más de dos años bajo el "Califato". "Llegan noticias -continuó el p. Samir- de
kamikazes, que se mezclan con las víctimas; y ahora, de la presencia en cada pueblo de una casa donde las mujeres yazidi, son
abusadas y vendidas como esclavas sexuales de los combatientes".
De los pueblos liberados emergen otros detalles, tal vez menos crueles, pero una fuerte carga simbólica: "Imágenes de viviendas -destaca el p. Samir- con paredes cubiertas con la escritura, muchos de ellos dicen: 'Te encanta la vida, nosotros queremos la muerte'. Son los mensajes de los yihadistas justo antes de retirarse, y ahora han acudido en masa a la zona oeste de Mosul,
en la orilla derecha del río Tigris. El peligro es que la ciudad se divida en dos y, como Alepo, en Siria, sea el escenario de un conflicto que se prolongue durante los próximos años".
Por último,
el párroco de los muchos niños de Mosul y en los territorios ocupados por el EI que "han sufrido un lavado de cerebro, crecido con la ideología de la muerte, de la guerra, de la violencia".
Menores a quienes los yihadistas, "enseñaron a usar armas y que en vez de tomar un libro han aprendido a manejar las pistolas". Sirven, advierte, los programas de recuperación para extraer estos niños del "adoctrinamiento súbito" y una "re-educación de la población en general".
A pocas semanas de la Navidad y a la conclusión del Año Jubilar, según el p. Samir sólo la misericordia puede salvar un Irak desgarrado por la violencia y las divisiones. "Estamos iniciando los preparativos para las vacaciones - dice el padre Samir -
con reuniones de oración, celebraciones, seminarios. Para los cristianos de Oriente y Occidente, pero especialmente a aquellos que están en Europa y los Estados Unidos, por ejemplo, que no nos olviden.
Como ha dicho el Papa Francisco, la misericordia no debe terminar, sino que debe vivir en nuestro amor el uno hacia el otro. Nadie- concluye - puede cerrar su propia puerta de la misericordia".
José Ángel Gutiérrez
joseangel@hispanidad.com