Sniace ha perdido 2,5 millones hasta septiembre cuatro veces más que en el mismo periodo de 2017 (650.000 euros), números negros que se deben, según la empresa, a la puesta en marcha de la nueva línea de fibra viscosa que arrancó en diciembre de 2017, pero que no se ajusta aún ni al 100% de su capacidad y al objetivo calidad previsto.
Los resultados (en el documento adjunto) se ajustan a lo previsto en el plan estratégico (2018-2020), insiste la química-papelera cántabra que preside Blas Mezquita (en la imagen), pero la bolsa no se lo cree y cae con fuerza (entre un 3 y un 4%), con lo que pierde todo lo que había recuperado en dos meses (de 0,11 a 0,09 euros). Lo cierto es que Sniace sobrevive como puede entre ampliaciones de capital, con el apoyo de los grupos de Félix Revuelta (Naturhouse) y Sabino García Vallina (TSK), tras superar el concurso de acreedores.
El problema de Sniace ahora es el rendimiento de la nueva línea de fibra viscosa, mientras sobrevive entre ampliaciones
El contrapunto al mal resultado -el Ebitda también está en rojo de 4,6 millones- en la cifra de negocio, que aumenta un 48% (a 45,5 millones) debido a la reanudación de la actividad de producción de fibra viscosa y al segmento de energía, en el que los ingresos crecen un 212%.
No sucede lo mismo con el negocio de celulosa, que retrocede un 34% por el recorte de las ventas al exterior. Sniace ha dado prioridad desplazado la venta directa frente al envío de celulosa como materia prima de fibra viscosa, debido al descenso de producción.