• Los países desarrollados y emergentes, agrupados en el G-24, secundan la iniciativa de la OCDE: que paguen donde operan.
  • La 'vía de escape' de empresas como Google o Apple: huir del Impuesto de Sociedades, aprovechando brechas legales o paraísos fiscales.
  • Otro problema en paralelo es la capacidad de las multinacionales para burlar la ley en busca del beneficio: Volkswagen es el último ejemplo.
  • El juego es doble: los gobiernos temen a las grandes corporaciones y éstas son conscientes de su gran poder.
¿Terminará el chollo de las grandes multinacionales para eludir el pago de impuestos en los países donde operan? Ese melón lo ha abierto la OCDE con la presentación de un plan concreto para evitarlo y lo han secundado este viernes, sin miramientos, los países en desarrollo más emergentes, agrupados en el G-24. La otra artista del mismo problema -corre en paralelo- es el poder mismo que concentran las multinacionales. El escándalo de Volkswagen es el último ejemplo. Son las dos caras de una misma moneda, que en términos éticos se llama codicia, y que vuelve cíclicamente al debate público (en la imagen). La OCDE calcula que la elusión del Impuesto de Sociedades de gigantes como Apple o Google privan a los erarios públicos de 100.000 millones de recaudación al año, con el cálculo más conservador. Y el fraude de Volkswagen pode de relieve la capacidad de las grandes corporaciones para hacer de su capa un sayo y operar, en la práctica, al margen de los gobiernos y normas. Las multinacionales van por un lado y la democracia por otro. El fabricante alemán fue capaz de burlar las normas medioambientales en Europa y Estados Unidos y trucar, con un software a la medida, las emisiones de sus motores diésel. En otras palabras, prefirió engañar a las autoridades a poner en cuestión su plan de negocio con esos vehículos. El objetivo, que el beneficio no se resienta a costa de lo que sea. La realidad muestra, en paralelo, el gran temor de los propios gobiernos a las multinacionales, que son conscientes de ello. De su actividad, en un mundo que valora lo grande frente a lo pequeño -también en términos económicos- se hace depender el desarrollo económico o la creación de puestos de trabajo. La tentación para los gobiernos, para atraer inversiones, son las legislaciones a la medida (o la defensa enconada de la arbitrariedad, como hace EEUU para impedir que entren en vereda las grandes corporaciones de Internet). Y la tentación de las multinacionales, cuando no lo logran, es burlarse de esas mismas legislaciones. Con relación a la evasión de impuestos, las razones de las multinacionales -sobre todo de corte tecnológico- también son poderosas, pero con el mismo afán: cuantos menos impuestos pagues, mayor será el beneficio. Las multinacionales pueden pagar impuestos mínimos en los países donde operan por dos razones, básicamente: el aprovechamiento de brechas legales (ausencia de legislación homologada), las argucias contables para evitar, en la medida de lo posible, el Impuesto de Sociedades, como hace cualquier empresa o, lisa y llanamente, operar a través de paraísos fiscales. Ese recreo debe terminar. Es justo lo que ha puesto sobre la mesa esta semana la OCDE con un plan de 15 puntos con el fin de poner de acuerdo, en primer término, a los ministros de Finanzas del G-24 -ya lo ha conseguido- y, antes de fin de año, a los jefes de Estado y de Gobierno del G-20, los países más desarrollados (en la cumbre de Turquía). De los primeros, el G-24, ha recibido el visto bueno este viernes en Lima. Esos países son firmes tanto para luchar contra la evasión de impuestos como para acabar con el truco de las transferencias a los paraísos fiscales. Lo ha defendido sin ambigüedades el ministro de Finanzas colombiano, Mauricio Cárdenas, en nombre de los países de la región que están en el G-24: Argentina, Brasil, Guatemala, México, Perú, Trinidad y Tobago, y Venezuela. Las reuniones del G-24, dicho sea de paso, discurren en paralelo, también en la capital peruana, a las del FMI y el Banco Mundial. Los representantes del G-24 han hecho un llamamiento, a través de un comunicado, para que todos los países, desarrollados y emergentes, compitan en igualdad de condiciones. El plan de la OCDE pretende fundamentalmente que las multinacionales paguen sus impuestos ahí donde están activas para evitar las prácticas de empresas como McDonald's, Starbuck's, Google o Apple, protagonistas de la polémica. Para acabar con esas prácticas, la organización plantea una "primera reforma de las normas fiscales internacionales en casi un siglo" y otras medidas, como aumentar el intercambio de información sobre las legislaciones fiscales, obligar a las empresas a detallar su actividad en cada país o elevar los radares de control entre los Estados para evitar el fraude. Rafael Esparza rafael@hispanidad.com