Pedro Sánchez, siempre fiel a los dictados de Iván Redondo, se nos ha vuelto patriota. Yo no le critico, bienvenido sea, porque hace apenas tres años, con tal de alcanzar La Moncloa, buscaba el Frente Popular con los separatistas catalanes. Luego, tuvo más suerte con los vascos, socialistas, representados por él mismo, y neocomunistas podemitas, en la moción de censura que le llevó a Moncloa.
Así que si el presidente en funciones se envuelve en la bandera y asegura que él es la izquierda que no se avergüenza de la palabra España… bienhallado sea.
En Lepanto se liberó el Mediterráneo de la esclavitud otomana
Ahora bien, como se trata de una postura aproximadamente electoral, Sánchez no puede transformarse en un patriota que recuerde, por ejemplo, que hoy lunes 7 de enero, es el aniversario de la victoria de España en Lepanto (1571) y festividad de Nuestra Señora del Rosario. Esto último resulta extraordinariamente ofensivo para un progresista como don Pedro Sánchez, cuya nota distintiva es la cristofobia.
Ahora bien, en la clase política española operan los complejos de una España decadente, encerrada sobre sí misma y en sus tópicos, mezcla de feminismo e ideología de género, eco-panteísmo y anticlericalismo.
Cualquier otro país celebraría la victoria de Lepanto con todos los honores: España detiene al islam esclavista casi en su cuna otomana y salva el Mediterráneo para Occidente. Sin embargo, hoy, lo que se lee y se escucha es a los señores de Wikipedia una curiosísima versión según la cual Felipe II lanzó sus naves sobre Lepanto por razones económicas, en busca de las sabrosas recompensas que le ofrecía el Papa Pío V, Pontífice, que, por cierto, colaboró en la batalla rezando el rosario a Santa María, arma que, a la postre, resultó bastante poderosa, dado que don Juan de Austria y sus aliados venecianos y genoveses consiguieron la victoria sobre una armada que les superaba en número, la US Navy del momento, la armada otomana.
En Lepanto estuvo a punto de perder la vida Miguel de Cervantes, espejo de una España que olvidaba en el exterior las miserias del guerracivilismo interior.
La historia de España es una mesa con tres patas: la fidelidad a Cristo, la detención de la herejía islámica en Europa y la Hispanidad
Lepanto es un buen reflejo. En la España decadente de ahora mismo, los políticos son incapaces de mirar otra cosa que su propio ombligo. A falta de otro ideal, presumen de democracia, pero la democracia, con ser importante, no es un valor, ni un principio, ni un filosofía ni una cosmovisión: tan sólo es un sistema político, el peor de todos ellos una vez excluidos todos los demás.
Pregúntenselo de otra forma: en breve, celebraremos la fiesta de la Hispanidad, el 12 de octubre. Además de la aversión progre contra Nuestra Señora, la Virgen del Pilar, ¿de verdad creen que algún partido político cree hoy en la Hispanidad? Pues conste que la historia de España es una mesa con tres patas: la fidelidad a Cristo, la detención de la herejía islámica en Europa y la Hispanidad.
Y ahora pregúntense: ¿qué partido político defiende alguno de estos tres soportes de la historia de España?
Oirá usted hablar poco de Lepanto este siete de octubre de 2019.