Pedro Sánchez ha ensayado, con su periodista de cámara, Señor Ferreras, otra muestra de sincretismo ideológico, al autocalificarse con dos contrarios: se dijo moderado y progresista, todo a un tiempo.
Verbigracia, 'Pedro el Maravilloso' mostró su honda preocupación por la irresponsabilidad de Podemos. Aseguró, horas atrás, cómo no, en La Sexta, su honda preocupación ante la posibilidad de que Hacienda y la Seguridad Social caigan en manos de Podemos. Créanme: yo es lo único que les daría si pretendiera destruirles. Porque resultarían tan poco respetuosos con la propiedad privada como lo es el Partido Socialista pero sin ambages… y entonces el personal fagocitaría a este movimiento neocomunista.
Sánchez no tiene culpa de nada: quiere los votos de PP, Cs y Podemos. Y los quiere a cambio de nada
No se engañen: 'Pedrito Maravillas' sólo es ortodoxo con el poder del dinero. He dicho con el poder del dinero, que no con el dinero mismo, en donde, como buen socialista, resulta un desastroso gestor derrochador. En un año de Gobierno ya ha aumentado el gasto público a pesar de haber empeorado los servicios públicos y haber subido el salario mínimo -lo cual está muy bien- que es lo único bueno que ha hecho el PSOE en materia económica- pero subiendo al mismo tiempo las cuotas sociales.
Pero la entrevista televisada de ayer al angelical 'Pedrito Maravillas 'no fue sino una gota más en el vaso ya colmado de la paciencia de los españoles. Ya es difícil de conseguir un cabreo de tales dimensiones en un pueblo que sufre síndrome de Estocolmo respecto al habitante de Moncloa, un pueblo que siente que sólo por estar alquilado en el palacio de la Nacional VI, se tiene que ser un buen tipo.
Fragmentación de la derecha: Casado quiere el voto pagano de Ciudadanos y el voto católico de Vox
Los políticos españoles provocan cabreo y repugnancia entre… los españoles. Lo han conseguido. Y no era sencillo.
¿Razones para la decepción? Pues yo creo que la principal de todas no es ideológica sino la exhibida, de nuevo, ayer, en La Sexta: 'Pedro el Maravilloso', incompatible con autocrítica, Sánchez nunca tiene culpa de nada. Los culpables son Pablo Casado, Albert Rivera, Pablo Iglesias… cualquiera menos él.
Pero también influye, creo, que el sincretismo político que se ha apoderado de España, donde todo principio es compatible con su contrario pero ningún político es compatible ni con sus iguales.
Y así, 'Pedro el Maravilloso', ese hombre humilde y feliz, pretende el voto de Ciudadanos -‘moderado’- y el de Podemos -‘progresista’-… y si se tercia el del PP. Y, fíjense, él no encuentra ningún problema en el cóctel.
Enfrente, tenemos la fragmentación de la derecha: Pablo Casado quiere el voto que se le fue a Ciudadanos pero tampoco quiere que se le escape el voto católico de Vox. Por eso promueve una macedonia de derechas, o de no se sabe qué, inasequible para cualquier mente, salvo para la de Núñez Feijóo, que es incompatible, porque Vox es católico mientras el PP es tibio y Ciudadanos pagano y anticlerical. También, porque Vox es liberal mientras Ciudadanos y el propio PP son socialdemócratas.
El sincretismo siempre me ha parecido la filosofía de los gobernantes caraduras: tratar de casar lo incasable para mantenerme en el poder. Ahora tenemos en Moncloa al Rey de los caraduras, a 'Pedro Sánchez Maravilloso'. Y está dispuesto a no levantarse de ese sillón aunque lo rieguen con agua hirviendo o se lo cambien por un cubo de hielo. Enfrente, un Pablo Casado que vende sus principios aterrado como está ante otro posible fracaso electoral. Entre el sincretismo del no y el miedo del otro, no me extraña que los españoles sientan repugnancia hacia sus políticos. Sincretismo político… y políticos de miseria, especialmente uno de ellos: Pedrito Maravillas. Pero los demás participan en la misma carrera.