Lo decía la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso: “Lo de Núñez de Balboa les va a parecer una broma”.
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Y es que media España, sobre todo Madrid, está gritando libertad, bueno, y también “Gobierno dimisión”, mientras el Gobierno apura el cerco sobre la capital, en vísperas del puente de San Isidro.
La gente está harta y Madrid comienza a ser el centro de la rebelión contra el Gobierno Sánchez y su arresto domiciliario, cuando se cumplen 60 días del mismo y el Gobierno socio-podemita pretende ampliarlo hasta finales de junio. Demasiado hasta para los más pacientes.
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La policía advierte: no se puede tensar más la cuerda, la gente no aguanta más. Pero se comporta con la misma prepotencia
Y todo eso cuando cunde otra idea ‘subversiva’: la cifra de muertos y de contagiados no acaban de remitir y el confinamiento no ha servido para mucho. Entonces, ¿para qué hemos arruinado al país hasta provocar una situación de penuria como no se conocía desde la Guerra Civil?
Pero en Moncloa, Iván Redondo, el asesor áulico de Pedro Sánchez, se alía con Pablo Iglesias para la línea dura: más encierro, hasta conseguir una sociedad temerosa, obsesionada con sobrevivir. Su principal argumento: la prensa está con nosotros. Y eso, me temo, es rigurosamente cierto. La clase periodística tiene tanto miedo a la muerte como Juan Español.
Eso sí, la policía advierte: no se puede tensar más la cuerda, la gente no aguanta más. Pero se comporta con la misma prepotencia, con todo una ristra de detenciones ilegales, allanamientos (por ejemplo, de iglesias católicas) y otras irregularidades flagrantes, como si la declaración de estado de alarma lo permitiera todo.
Mientras, preocupan las caceroladas y las automanifas de Vox. La consigna podemita es que se trata de protestas de “pijos y fachas”
Mientras, en Presidencia empiezan a preocupar las caceroladas y las automanifas de Vox. Nadie sabe dónde puede acabar la manifestación en automóvil convocadas para el próximo día 23 pero la incógnita sigue ahí.
A Iglesias todo esto le pone. La consigna podemita es que las protestas contra el confinamiento es cosa “de pijos y de fachas”. Y esta salida de pata de banco no sorprende entre los podemitas. Entre los socialistas, algo más.