La llamada cultura -más bien mercado- de la muerte siempre tiende a la mentira. Le encanta mentir. Es lógico, a fin de cuentas, lo que está vendiendo es muerte y la muerte sólo se acepta a la fuerza. Lo explica muy bien Statista y pueden verlo en el gráfico.
Y es que si alguien quiere suicidarse lo que debe hacer es tirarse por la ventana cuando no pasen peatones. De esta forma, no liaría a un tercero y a la conciencia de toda la sociedad.
Pero en España somos grandes: a cualquier desalmado se le ocurre una barbaridad e inmediatamente la atmósfera imperante, es decir, los progresistas, deciden que hay que ponerlo práctica, ya mismo. Y si la representación de ese progresismo radica en un insensato del tamaño de Pedro Sánchez, pues a por ello.
Somos así de grandes. No es de extrañar que la portavoz de Vox, Lourdes Méndez Monasterio, (antes PP), impulsara su intervención durante parlamentario sobre la eutanasia con una idea sucinta, pero muy clara: ¡Que Dios les perdone!