El Gobierno alemán quiere un banco en el centro financiero de Fráncfort. Por eso presiona para una fusión de los dos grandes bancos, Deutsche Bank, el primero, ahora solo una sombra de lo fue, y Commerzbank, rescatado en 2008 -el Estado mantiene todavía un 15%- y un superviviente con dificultades.
La fusión de dos bancos con problemas, sin embargo, puede hacer cierto lo que pasó en España con las cajas de ahorro en crisis: no se solucionaron los dos problemas, sino que se creó un tercero. “Fusiona dos bancos con problemas y tendrás tres problemas”, se decía entonces, como recuerdan todavía los banqueros.
En el caso alemán, los dos grandes bancos tienen más sombras que luces, lo cual añade más sombra todavía al proceso de consolidación de su sistema bancario. Deutsche Bank no ha digerido aún la adquisición de Postbank (banca minorista), como le ocurrió a Commerzbank tras la adquisición del Dresdner, y lo dos siguen en la política de ahorro de costes (excesivos) para remediar su crítica realidad: la escasa rentabilidad. La tabla de salvación para Deutsche, la banca de inversión, tampoco está funcionado.
La bolsa de una fusión no ha dejado de crecer desde agosto, con Commerzbank más dispuesto que Deutsche
Las presiones de Merkel tienen una explicación y un recorrido desde el verano. Ya están en la prensa germana tras una información publicada por Der Spiegel sobre una boda posible “por temor a la muerte”. Pero ya en agosto, crecía esa bola desde que el presidente Deutsche Bank, Christian Sewing (a la derecha), hablaba de la necesidad de que Alemania cuente con “un banco global”.
Son, en efecto, dos bancos con problemas, que añaden más sombras que luces en el proceso de consolidación del sistema bancario alemán. Tanto Deutsche Bank, que ha encajado mal la adquisición de Postbank (banca minorista), como Commerzbank (le ocurrió lo mismo con la compra de Dresdner), tienen demasiados costes y escasa rentabilidad.
El primer banco germano sale del índice de referencia europeo y el segundo, del selectivo alemán (el Dax)
Un termómetro de la situación es la salida de Deutsche Bank del índice de referencia europeo, el EuroStoxx 50, del mismo modo que Commerzbank va a quedar fuera del índice selectivo alemán, el Dax. Un escenario, en fin, que ayuda poco a un deseo expreso del Ejecutivo germano para que la banca respalde la actividad en el exterior de las empresas alemanas.
Esa fusión es una alternativa: la otra es que los compre un banco europeo. Para comprar Commerzbank, en concreto, no han dejado de sonar el francés BNP Paribas o el italiano Unicredit. El ministro de Finanzas, Olaf Schlz, no ha disimulado el problema al decir que la banca alemana “no tiene el tamaño necesario para acompañar a las empresas”. La idea es bien vista por el consejero delegado de Commerzbank, Martin Zielke (a la izquierda).
Ahora bien, también hay voces que no aconsejan la fusión, sobre todo por el elevado coste que supondría, ojo, y porque es posible que el remedio sea peor que la enfermedad: la creación de un tercer problema. Y también hay detractores de la idea de crear un champion bancario alemán.