El ex mayor de los Mossos d'Esquadra Josep Lluís Trapero se enfrenta a la acusación por el delito de rebelión en el juicio que se sigue en la Audiencia Nacional por la actuación de la policía autonómica durante el 1-O.
Junto a Trapero, se sientan en el banquillo el ex número dos de Interior César Puig, el exdirector de los Mossos Pere Soler y la intendente Teresa Laplana.
El mayor Josep Lluís Trapero ha declarado que "no tenía una relación ni buena ni mala", con el expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont. "No tenía ningún tipo de relación estrecha con el presidente", respondió al teniente fiscal de la Audiencia Nacional, Miguel Ángel Carballo, que se ha interesado sobre por qué adquirió esa categoría en abril de 2017, recoge El Periódico.
Trapero defendió la labor policial de distintas formas. En concreto, sostuvo que en el centro de control de los Mossos (Cecor) se desaconsejó actuar "por lo compactada que estaba la gente", cuando se tuvo conocimiento de que en los vehículos rodeados por los manifestantes había armas, lo que situó hacia las 12 de la mañana. "Se optó por un dispositivo que no se nos fuera de las manos con los medios que teníamos y 40 focos. ¿Que nos equivocamos? No lo sé, pero nuestra opción era ayudar a la Guardia Civil, aunque hubiera cosas que no me gustan, como lo de los coches. ¿Cómo me va a gustar, si también pasó con uno de los Mossos?", aseguró antes de lamentar no haber sido informado por el Instituto Armado del operativo, lo que considera perfectamente compatible con el secreto de las actuaciones decretado por la jueza, recoge el mismo medio.
En otras palabras, Trapero ha argumentado la falta de medios a su alcance. "No podíamos hacer cinco cordones de seguridad de 40 metros con los efectivos de orden público de los que diponíamos", ha señalado.
En relación con el pasillo con voluntarios, insistió en que se hizo con la mejor de las voluntades para ayudar a la Guardia Civil, con los medios a su disposición, aunque admite que se pudieron equivocar, apunta El Periódico.