Tengo un amigo que no se va a jubilar: va a dejar de trabajar. Apenas ha cumplido los 50 años, lleva casi 30 cotizando como autónomo, sabía que iba a tener una pensión ridícula, que no tendría paro… pero ha sido lo del coronavirus lo que le ha hecho tomar la decisión. Ha tenido que dejar de trabajar, obligatoriamente, durante un mes, y la compensación miserable que le han ofrecido, así como los gastos extra que le han forzado a hacer las absurdas medidas sanitarias, ha resultado demasiado para él.
El coronavirus, verdadero infierno tanto para autónomos como para profesionales, los elementos más productivos de la sociedad, le ha llevado a hacer cuentas… y ha llegado a la conclusión de que prescinde del Estado.
No se jubila, no tendrá paro, ni aspira a pensión cuando cumpla los sesenta y muchos. Con sus ahorros adquirió un par de inmuebles y piensa vivir de alquileres: no le dará nada el Estado -bueno, siempre tendrá que transferirle rentas- pero tampoco le pedirá. Ha hecho cuentas y se ha cansado de esa cosa tan maravillosa que Europa llama el Estado del Bienestar, una verdadera estafa al individuo que, a la postre, significa trabajar para Pedro Sánchez y Pablo Iglesias… por ejemplo.
Son los nuevos liberales: no quieren pensión, no quieren sanidad pública, lo que quieren es que les dejen en paz.
Y no me extraña.