La verdad es que Salvador Illa, ministro de Sanidad, ha vuelto a liarla: ha planteado unas normas restrictivas para el periodo navideño (23 de septiembre a 6 de enero) confusas, que nadie entiende. Por ejemplo, ¿qué es eso de que sólo se podrá salir de la comunidad autónoma para visitar a familiares y allegados? ¿Acaso se viaja en Navidad para otra cosa que para estar con la familia o con los allegados?
Mención aparte merece la decisión del Gobierno sobre los actos de culto, expresión muy fina pero que en España habla de eucaristías católicas.
¿Qué se consideran familiares y allegados?
Resulta que ahí, cada región hará lo que le venga en gana. Por ejemplo, en Navidad que es el cumpleaños de Cristo, no otra cosa, mucha gente acude a Misa del Gallo, dentor de una línea de celebraciones liturgicas releveantes, línea que se extiende hasta más allá de la Epifanía. Pues bien, el Gobierno permite a los gobiernos regionales cargarse el derecho a la libertad de culto.
Como alternativa, Illa propone celebraciones de culto telemático. Por ejemplo, el banquete eucarístico, que como se trata de una ingesta, a lo mejor se puede hacer por vía digital. Definitivamente, Illa se ha vuelto loco… o algo peor.
Madrid se niega a cerrar la movilidad en comunidades autónomas. Y hasta ahora, Madrid siempre ha tenido razón
¡Quedémonos en casa! En Navidad, en casa quédese usted, señor ministro, que parece empeñado en una España triste y melancólica.
Por lo demás Isabel Díaz Ayuso, presidenta madrileña, se ha opuesto a encerrar a los españoles en su región por Navidad. Y debería escucharla señor Illa, porque hasta ahora siempre que han discrepado el gobierno Sánchez y el gobierno Ayuso, la razón ha sido para el segundo.