Ada Colau quiere estatizar el servicio de agua de Barcelona, que actualmente realiza Agbar, bajo la típica fórmula mixta de gestión pública-privada, por cierto, con un éxito notable: el servicio de agua es el que menos quejas recibe por parte de los ciudadanos. A Colau, sin embargo, no le gusta que una empresa privada gestione un servicio público y está dispuesta a llegar hasta el final.
No será sencillo, ni mucho menos barato. La remunicipalización supone un desembolso millonario, no solo como indemnización a la empresa que ostenta la concesión, sino para mantener y llevar a cabo el servicio en el futuro (nóminas, inversiones para el mantenimiento del servicio, mejoras en las infraestructuras…). Pero a Colau todo le parece poco si el objetivo es lograr que salga agua 100 por 100 pública por los grifos de Barcelona. O eso, o los tribunales. Ella es así.
La remunicipalización de Agbar supone un desembolso millonario, no solo como indemnización a la empresa que ostenta la concesión, sino para mantener y llevar a cabo el servicio en el futuro
Claro que para lograrlo necesita el apoyo de Jaume Collboni, el número uno del PSC en el Ayuntamiento, y los socialistas catalanes, sus socios, a día de hoy prefieren mantener la colaboración público-privada.
En cualquier caso, tras las elecciones municipales, la ansiedad se ha reducido, ante la pérdida de poder municipal y autonómico de Podemos. Queda, eso sí, el problema de Barcelona, con la inefable Ada Colau al frente de la corporación municipal. Ahora bien, Suez España también se enfrenta al futuro del Grupo Suez, participado en un 30% por Engie, a su vez participada en un 34% por el Estado francés. Pueden pasar tres cosas: que Suez se fusione con Engie, que se fusione con Veolia o que prosiga en solitario.