- La jornada no contó con la observación de la Organización de Estados Americanos (OEA) ni la Unión Europea.
- Los opositores critican el uso y abuso de las instituciones para afianzarse en el poder con argucias no democráticas.
- Todo para instaurar una "dictadura familiar", aunque sus seguidores destacan la estabilidad económica y el bajo nivel de violencia.
Nicaragua vivió este domingo unas elecciones que son consideradas una farsa por sectores de la oposición, en las que el presidente
Daniel Ortega y su esposa y compañera de fórmula, Rosario Murillo (
ambos en la imagen), obtenían el 71,3% de los votos, según
Infobae.
Como síntoma de la falta de transparencia electoral, la jornada no contó con la observación de la Organización de Estados Americanos (OEA) ni la Unión Europea, ni la participación del principal bloque opositor.
Y es que son muchos los que consideran que
Ortega quiere perpetuarse en el poder y que pretende instaurar una "dictadura familiar".
El excomandante guerrillero marxista del Frente Sandinista de Liberación Nacional, llegó por primera vez a la presidencia en 1979 tras una cruenta guerra civil que acabó derrotando la dictadura de Anastasio Somoza.
Gobernó hasta 1990,
cuando perdió las elecciones, pero regresó al poder en 2007. Desde entonces ha sido reelegido en dos ocasiones y ahora se acerca a su tercer mandato de cinco años, muy cuestionado porque
los opositores consideran que está utilizando las instituciones para afianzarse en el poder mediante argucias que pueden ser legales, pero no democráticas.
Las críticas a la forma de gobernar de Daniel Ortega comenzaron a partir de 2010, cuando logró que la Corte Suprema de Justicia, dominada por magistrados afines al sandinismo, declarara inconstitucional el artículo que impedía que un presidente pudiera ser reelegido de forma consecutiva. Para sus detractores,
fue el primer paso para intentar perpetuarse en el poder.
Sin embargo, sus seguidores destacan la
relativa estabilidad económica del país y los bajos niveles de violencia, comparados con los de sus vecinos,
Honduras y El Salvador. Además, muchos nicaragüenses
alaban los programas sociales puestos en marcha por los sandinistas, de la mano de Rosario Murillo.
José Ángel Gutiérrez
joseangel@hispanidad.com