Mucho se ha hablado de la reactivación del turismo, y con razón -estamos a las puertas del verano- pero no es el único sector en dificultades. El comercio también está atravesando una crisis sin precedentes y, lo peor, con un futuro muy incierto.
“En ninguna otra economía europea el comercio ha sufrido tanto como en España”, ha señalado el presidente de la Asociación Nacional de Grandes Empresas de Distribución (Anged), Alfonso Merry del Vall, durante su intervención, este lunes, en la cumbre empresarial organizada por la CEOE.
Del Vall ha reconocido que la situación del comercio es “crítica”, con una caída anual de la facturación de 30.000 millones de euros, y eso en el mejor de los casos. Hablamos, no sólo de la gran distribución (Anged representa a El Corte Inglés, Carrefour e Ikea, entre otras), sino de una caída de las ventas del comercio minorista -excluida la alimentación- del 50% durante la pandemia.
El confinamiento forzoso ha llevado al comercio a cerrar durante 91 días, según Del Vall. “El resultado es que en 2020 el comercio va estar cerrado 132 días, un tercio del año, por lo que será imposible superar esta situación sin el acuerdo entre empresarios, sindicatos y Gobierno”, ha reclamado.
En resumen: o se toman medidas urgentes y de calado -como la libertad de horarios- o el comercio, grande y pequeño, no sobrevivirá. El presidente de la Confederación Española de Comercio (CEC), Pedro Campo, las ha concretado: “Pedimos ayudas fiscales para el sector y las mismas normas con independencia de que la empresa sea online u offline”, ha señalado durante la cumbre empresaria. Y otro tanto sucede con la empresa familiar. Su presidente, Marc Puig, ha pedido menos impuestos. “Muchas empresas están sometidas a una gran competencia internacional y lo que menos necesitan son más cargas fiscales”, ha recalcado.
El Gobierno de Pedro y Pablo, socialista uno y comunista el otro, tiene la última palabra. No es muy alentador.