La tasa de morosidad de los bancos españoles registrada en febrero (7,8%) apenas ha variado respecto a la de enero (7,85%), y es la misma que la alcanzada en diciembre de 2017, según los datos publicados este miércoles por el Banco de España.
Me dirán que hemos dejado atrás el umbral del 9%, considerado preocupante por el sector, y es cierto. La mora de febrero está al mismo nivel que la de finales de 2011, desde luego, muy lejos del máximo histórico del 13,6%, alcanzado en 2013.
El problema es la tendencia. Efectivamente, la morosidad se ha estancado durante los últimos tres meses cuando, en realidad, debería haberse reducido considerablemente, atendiendo a los esfuerzos realizado por las entidades.
Y todo esto ocurre mientras el crédito vivo sigue sin crecer. Y lo que queda.