Este lunes, Antonio Llardén ha insistido en el papel del gas natural en la descarbonización, que “no es sólo un proceso de electrificación”, porque “no se puede electrificar todo al 100%”, en su comparecencia en la Comisión de Transición Ecológica del Senado. ¿Lo habrá oído Teresa Ribera, a quien le gusta mucho la electrificación, sobre todo, de la movilidad, como se vio cuando se presentó el Plan Moves III?
El presidente de Enagás ha dado así otra lección climática a la vicepresidenta cuarta y ministra de Transición Ecológica y Reto Demográfico, en la misma línea que la ofrecida por el presidente de Repsol, Antonio Brufau, hace poco más de dos semanas. Y también ha defendido que la transición es un desafío que debe hacerse teniendo en cuenta “la competitividad industrial para no eliminar puestos de trabajo”.
Llardén ha destacado que la “electricidad supone el 25% de la energía que se consume” y que esta cifra se podría duplicar, pero “no se puede electrificar todo al 100%”, como por ejemplo se ve en el transporte marítimo y ferroviario o algunos subsectores industriales. Por ello, Enagás apuesta por el gas natural licuado (GNL) -que emite menos CO2- como combustible en barcos, que ya usa un ferry de Balearia, y en trenes, donde tiene proyectos con Renfe y Adif en lugar de esperar a la electrificación o al hidrógeno. Además, ha recordado el compromiso alemán para descarbonizar el sector del acero y el mecanismo europeo de ajuste de carbono en frontera, así como que Europa representa el 10% de las emisiones de CO2 y el resto del mundo, el 90%.
En los últimos cuatro años, Enagás ha reducido sus emisiones de CO2 un 60%: emite unas 500.000 toneladas anuales, lo que supone el 1% de las emisiones de España (unos 330 millones de toneladas), y nuestro país representa el 1% de las mundiales
El presidente de Enagás que los gases renovables pueden tener un papel destacado, sobre todo, con la apuesta por el hidrógeno y los biogases. La compañía tiene proyectos de economía circular para, a través del reciclaje de residuos, obtener biogases que se mezclan con gas natural y se inyectan a la red gasista (en la planta de Valdemingómez y de La Galera), una línea que también existe en Alemania (ya tiene 200 instalaciones conectadas) y está teniendo un “boom” en Francia e Italia. Y en relación al hidrógeno, que “es menos eficiente energéticamente que el gas natural” y “más caro” al tenerlo que ‘fabricar’, apuesta por el hidrógeno verde con 35 proyectos junto a socios y que optan a captar fondos europeos. Asimismo, Enagás trabaja en los combustibles sintéticos junto a Repsol y el Ente Vasco de la Energía (EVE), en producir hidrógeno renovable con Naturgy en La Robla (León) o en hacerlo a través de la energía solar mediante fotoelectrocatálisis con Repsol en Puertollano (Ciudad Real), o en el proyecto ‘Green Hysland’ que replica toda la cadena completa del hidrógeno verde, junto a varias empresas (Acciona y Cemex) y administraciones, y con financiación europea. Eso sí, ha añadido que “no existe hoy un mercado de hidrógeno, no hay fabricantes, no hay demandantes, no hay transportadores… y pensamos que los operadores del sistema energético (TSO, por sus siglas en inglés) podemos ayudar a crear ese mercado y facilitarlo”.
Llardén ha subrayado que el pasado febrero, Enagás adelantó diez años su objetivo de ser neutra en carbono y lo fijó en 2040, y que en los últimos cuatro años ha reducido sus emisiones de CO2 un 60%. De hecho, emite unas 500.000 toneladas anuales, lo que supone el 1% del total de emisiones de España (unos 330 millones de toneladas), y nuestro país representa este mismo porcentaje en el total de emisiones mundiales (34.000 millones de toneladas). Además, ha destacado que el accionariado de Enagás está formado por la SEPI (5%), la firma de inversión de Amancio Ortega (5%), 70.000 accionistas minoritarios y el resto (un 80%) son fondos de inversión. De estos últimos, hay varios fondos soberanos: uno de Noruega (Norges Bank), dos de Abu Dabi (Mubadala y Abu Dabi Investment), uno de Singapur y otro de China.