Ya lo vaticinó el maestro de periodistas, G.K. Chesterton: “Llegará un momento en que tengamos que demostrar que la hierba es verde”.
Y en ello estamos. El último caso ha sido el de Lisa Keogh, una estudiante de 29 años que está terminando su carrera de Derecho en la Universidad de Abertay, en Dundee (Escocia), se enfrenta ahora a medidas disciplinarias por parte de la institución tras hacer comentarios supuestamente «discriminatorios», consistentes en decir que las mujeres tienen vagina y menos fuerza física que los hombres, recoge Infocatólica.
Y es que algunos de los compañeros de Keogh se ofendieron porque dijo que «las mujeres tienen vagina» o que «la diferencia de fuerza física de los hombres frente a las mujeres es un hecho». Keogh, madre de dos hijos, está a punto de graduarse en la Facultad de Derecho de Abertay, y dijo a los periodistas que al principio pensó que la gente estaba bromeando, cuando empezó a recibir correos electrónicos de personas que le decían que era «transfóbica», según el Scottish Sun.
Los delitos de odio no son más que un invento del Nuevo Orden Mundial (NOM) para imponer el pensamiento único y la censura global
«Pensé que no había forma de que la universidad me persiguiera por utilizar mi derecho legal a la libertad de expresión. No negué haber dicho esas cosas y le dije a la universidad exactamente por qué lo hice. Hay que poder intercambiar libremente opiniones diferentes, de lo contrario no es un debate», añadió Keogh.
Pero casos como este, en el que decir y opinar sobre cosas obvias puede conllevar castigos o represalias para el que las dice, últimamente se han dado muchos. Y todos ellos generados por la dictadura del lobby LGBTI, del que no puede discrepar, so pena de los citados castigos o represalias. Y eso que al citado lobby se le llena la boca con la palabra ‘libertad’ para hacer lo que quieran, que está muy bien. Pero cuando se trata de la ‘libertad de opinión’ de los demás…., ahí tienen un problema, digamos, de permisividad…
Vamos a recordar algunos casos de ‘dictadura LGTBI’.
Por ejemplo, también en Reino Unido fue despedida una mujer por decir que «un hombre es un hombre»: el juez consideró que la de la mujer es una “mera opinión”, susceptible además de “determinar un clima degradante, intimidante, hostil y humillante". O el caso de Robert Hoogland, un padre que fue condenado a seis meses de cárcel en Canadá por... llamar hija a su hija.
En España, la red social Twitter censuró recientemente al diputado español Francisco José Contreras, del partido VOX, por publicar un mensaje diciendo que “un hombre no puede quedar embarazado. Un hombre no tiene útero ni óvulos”, recogió Aciprensa. La publicación de Contreras y su posterior censura se produjeron en el marco del debate de la “ley trans” en España, una norma rechazada este 18 de mayo que buscaba, entre otros puntos, hacer que quienes se identifican como transexuales cambien su identidad en documentos oficiales sin necesidad de certificados médicos o resoluciones judiciales.
Otro caso hubo en Colombia, donde una chica se expresó a favor del matrimonio entre hombre y mujer y casi le cuesta la cárcel.
Recordemos, a todo esto, que la Declaración Universal de los Derechos Humanos fue proclamada por la Asamblea General de las Naciones Unidas, el 10 de diciembre de 1948. Y que el Artículo 18 de la citada Declaración Universal de Derechos Humanos dice así: "Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión; este derecho incluye la libertad de cambiar de religión o de creencia, así como la libertad de manifestar su religión o su creencia, individual y colectivamente, tanto en público como en privado, por la enseñanza, la práctica, el culto y la observancia”.
Y que el Artículo 19 de esa misma Declaración Universal de Derechos Humanos dice así: "Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión”.
Una vez más, se demuestra que los delitos de odio no son más que un invento del Nuevo Orden Mundial (NOM) para imponer el pensamiento único y la censura global.