La vicepresidenta de Transición Ecológica y Reto Demográfico, Teresa Ribera, debería mirar estos datos con detenimiento y pensar si se están haciendo bien las cosas. O quizá lo ha hecho, pero prefiere mirar para otro lado.
En el acumulado de enero y febrero de 2021, las ventas de vehículos diésel y gasolina cayeron un 41% y los eléctricos, grandes beneficiarios de las ayudas del Gobierno, descendieron un 51%. Por el contrario, los vehículos con bajas emisiones pero que siguen teniendo algún hidrocarburo como energía de respaldo aumentaron significativamente: los híbridos enchufables subieron un 34% y los de AutoGas o Gas Licuado del Petróleo (GLP) lo hicieron un 78%.
Estas cifras de ventas representan un ‘bofetón de realidad’ a los postulados de Ribera, empeñada en apoyar casi en exclusiva al coche eléctrico con los fondos Next Generation de la UE, sin atender a que otras tecnologías bajas en emisiones de carbono nos ayudarían a hacer la transición energética sin traumas, ni en el empleo de la industria del automóvil ni en el bolsillo de los ciudadanos.
Los españoles están diciendo, con las cifras de ventas de coches, por dónde habría que tirar. Le guste o no a la vicepresidenta el coche eléctrico sigue sin convencer a la mayoría porque es caro y carece de soluciones técnicas (baterías) y de infraestructuras (red de recarga) que le permitan hoy, y por unos cuantos años más, competir con alternativas como los híbridos enchufables y el GLP, que son las que demanda la gente y permiten a la industria financiar la transición ecológica y mantener la actividad, el PIB y el empleo en muchas zonas del país.
No prestar atención suficiente a estas tecnologías alternativas y de transición encierra un riesgo. Que la ministra Ribera sólo se ocupe de uno de los dos enunciados de su ministerio: Transición Ecológica… y Reto Demográfico. Conviene no olvidar que los empleos en la industria son los mejor remunerados de la clase obrera, y puede que, en el afán por ser la primera de la clase en Europa con el primer cometido, doña Teresa se esté olvidando de la segunda asignatura. Y cuando un Gobierno pierde un empleo en la industria, pierde un voto para toda la vida.