- En el fondo es una venganza conjunta: Piqué azuzó los escándalos que afectaban al yerno López-Madrid.
- Al tiempo que menospreciaba a Juan Villar-Mir de Fuentes ante terceros.
- Además, el cese de Piqué marca la sucesión que quiere Villar Mir: planta 32 manda sobre planta 16.
- Esto es, la separación entre propiedad y gestión.
- En cualquier caso, el grupo OHL no tiene problemas contables, sino un problema de reputación corporativa.
Josep Piqué ha dimitido como consejero del
Grupo Villar Mir, pero permanece como consejero delegado y vicepresidente segundo de
OHL. Es decir, deja la matriz pero sigue en la filial o, si lo prefieren, abandona la sociedad patrimonial pero continúa dirigiendo la gestión, el día a día, de
OHL, la empresa más emblemática del grupo.
Ahora bien, más que de dimisión hay que habla de cese. Sí, la salida de
Piqué (
en la imagen junto a Villar Mir) de la cabecera del holding industrial es una venganza conjunta de los hijos, a los que nunca les acabó de gustar su presencia en el consejo de administración de
Grupo Villar Mir.
Descontento que fue in crescendo a medida que el ex ministro decidió azuzar los escándalos que afectaban al yerno,
Javier López-Madrid. No sólo eso. En cuanto tenía ocasión, el directivo no dudaba en resaltar, ante terceros, la incapacidad profesional del hijo mayor,
Juan Villar-Mir de Fuentes, para llevar las riendas del grupo.
Así se explica la salida de
Piqué del
Grupo Villar Mir, hecha oficial este miércoles mediante la publicación en el Boletín Oficial del Registro Mercantil (Borme), tal y como ha adelantado Vozpopuli.
Pero hay más. El cese de
Piqué marca la sucesión que quiere
Villar Mir para cuando decida retirarse, y que se resume en lo siguiente: la planta 32 manda sobre la planta 16. Es decir, la matriz, la sociedad patrimonial
Grupo Villar Mir (planta 32 de Torre Espacio), manda sobre las filiales, ente las que destaca
OHL (planta 16), de la que posee el 51%. Y la cabeza de
Grupo Villar Mir será su hijo Juan.
En otras palabras, la sucesión supondrá la separación entre la propiedad y la gestión. Separación que ahora no se da porque el patriarca asume las dos. Es la propiedad y, al mismo tiempo, lleva el día a día de
OHL, por cierto, con mucho acierto. El esquema cambiará cuando se retire y sea su hijo Juan el que asuma la presidencia de
Grupo Villar Mir pero no lleve la gestión directa de las filiales,
OHL incluida.
A todo esto, los problemas de la constructora no son contables, sino de reputación corporativa. En los últimos meses, la compañía se ha visto salpicada por demasiados escándalos: México, financiación del PP, tarjetas 'black' de Caja Madrid. Aunque saliera absuelto de todos ellos, el daño reputacional ya está hecho y recuperar la imagen corporativa, en ocasiones, cuesta más que recuperar la cuenta de resultados.
Pablo Ferrer
pablo@hispanidad.com