Si el salario mínimo interprofesional (SMI) son 950 euros al mes y el ingreso mínimo vital (IMV) que aprobará el Gobierno este viernes es de 900 euros mensuales (para una familia de 4 miembros), ¿cómo es posible que el IMV vaya a fomentar el empleo? ¿Quién estará dispuesto a trabajar por una diferencia de 50 euros mensuales? Cuesta imaginarlo.
La ministra de Economía, Nadia Calviño -una de las personas más sensatas del Gobierno Sánchez, según algunos- sí lo cree posible. Es más, está convencida de que ese será uno de los efectos de la medida. Entonces si eso es así, ¿por qué ningún gobierno lo había aprobado antes, teniendo en cuenta la elevadísima tasa de paro de nuestro país? Menos mal que tenemos a Pablo Iglesias, impulsor de la medida.
Pero el IMV no va a fomentar el empleo, sino todo lo contrario. Ahora bien, la medida podría justificarse si fuera temporal -tal y como pide Vox- o si tuviera una contraprestación por parte del beneficiario como, por ejemplo, plantar árboles o algún otro trabajo en beneficio de la comunidad. Además, si el IMV estuviera encaminado a fomentar el empleo, tendría como condición necesaria para cobrarlo el hecho de no rechazar ofertas de empleo, algo que, según parece, no incluye.
Calviño ha ido todavía más lejos al afirmar que el IMV reducirá la economía sumergida, aunque no ha explicado de qué manera lo conseguirá. En realidad, la vicepresidenta tercera del Gobierno no ha aclarado nada a lo largo de su comparecencia de este viernes en la Comisión de Reconstrucción, del Congreso. Algunos, en cualquier caso, insisten en calificarla como uno de los miembros (o miembras) más cabales del Ejecutivo Sánchez, como hemos señalado antes.
Un caso real: persona de servicio doméstico a la que le proponen hacer contrato y, así, regularizar su situación con la Seguridad Social. Respuesta del trabajador: no me interesa porque, entonces, dejaré de cobrar el subsidio que me paga la Comunidad Autónoma.
No, señora Calviño, el lMV no va a fomentar el empleo ni va a reducir la economía sumergida. Va a lograr todo lo contrario. Lo preocupante es que se lo tengamos que explicar.