La OPA sobre MásMóvil, anunciada el lunes, ha despertado un gran entusiasmo en el mercado. Es casi unánime el aplauso a la decisión de Providence, KKR y Cinven de comprar la cuarta teleco convergente de nuestro país a un precio que, además, parece barato. La operación, además, supone el primer paso para la consolidación de un sector que ha demostrado ser fundamental durante el confinamiento de la población.
Ahora bien, ¿de qué estamos hablando, de la compra de la compañía o de su vaciamiento?
Porque el plan de los tres fondos -recuerden que Providence, con John Hahn a la cabeza, es comprador y vendedor al mismo tiempo-, es hacerse con MásMóvil con dinero de la propia compañía. En otras palabras, será MásMóvil y no los fondos, la que asuma la deuda de la operación y eleve su endeudamiento, que en marzo era de 1.845 millones de euros.
Hay que tener en cuenta varios aspectos. En primer lugar, que la OPA está sujeta a la aceptación mínima del 50% del capital, es decir, es una oferta parcial, aunque lo que persigue es la exclusión total de la compañía de bolsa.
La operación, además de parcial, es apalancada gracias al compromiso de Morgan Stanley, Barclays y BNP Paribas (este último es asesor financiero de la teleco), que aportarán avales de casi 1.000 millones de euros cada uno (988 millones, concretamente). Ni Providence, ni KKR ni Cinven han dicho cuánto dinero aportarán, pero no se preocupen porque será mínimo y tendente a cero. De momento, el primer paso de los tres fondos es refinanciar los 1.845 millones de deuda de la teleco.
Todo esto es una gran operación financiera y tiene muy poco, o nada, de proyecto industrial. Si algo nos ha mostrado el confinamiento es la importancia de la red, tanto de fibra como de móvil. MásMóvil es la operadora convergente que más crece en número de clientes, pero lo hace sobre la red de Orange, lo que le permite lanzar tarifas low cost imposibles de sostener si al mismo tiempo se invierte en extender y mejorar la red existente.
Entonces, ¿qué aporta MásMóvil? Tarifas de bajo coste que devalúan el sector. En definitiva, no crea valor, sino todo lo contrario.
La OPA cuenta con el apoyo entusiasta del equipo directivo que percibirá un suculento incentivo -de hasta 120 millones de euros- si cumple una serie de objetivos, eso sí, vinculados a la acción y no a la evolución de la compañía.