El grupo galo Orange aumentó el beneficio neto un 6% en 2018, hasta 1.950 millones, un resultado anual con el que saca frutos a las inversiones de los últimos años en redes fijas y móviles. El resultado, de hecho, está muy vinculado al éxito en fibra óptica, con una oferta de Internet de alta velocidad, más cara que otros operadores.
El grupo público consigue así su tercer año de crecimiento en ingresos y Ebitda, en 2018 del 1,3% (41.381 millones de euros) del 2,7% más (13.005), respectivamente. Y a ese ritmo se agarrado el presidente, Stéphane Richard (en la imagen), para defender la estrategia del grupo “en fibra, 4G y convergencia, en un entorno de mercado altamente competitivo.”
Sus dos plazas fuertes por ingresos siguen siendo Francia, que representa el 44%, seguido por España (13%), aunque con aumentos desiguales, del 0,9% y 2,3%, respectivamente. El resto se reparte entre África, un 30% de su cifra de negocios y Medio Oriente (13%).
Cierra el año en Francia con 2,6 millones de clientes con una apuesta cara, en inversiones y para el cliente
Richard ha destacado que Orange tiene 29 millones de hogares conectados con fibra en Europa y en Francia ha cerrado el año con 2,6 millones de clientes, por delante de otras operadoras. De hecho, cosecha por esa vía más de la mitad de suscriptores actuales en ese país.
Eso sí, es una estrategia muy cara por las inversiones que implica, aunque tenga un mercado potencial de 32,5 millones de clientes (13,8 de ellos en España y 11,8 en Francia).
En 2018, las inversiones ascendieron a 7.400 millones, la mitad de ellos en Francia, para acelerar el despliegue de fibra y la cobertura del 4G. Esa factura se mide también en la deuda, que ha aumentado un 6,7%, hasta los 25.441 millones, y el ratio de deuda sobre Ebitda crece de 1,87 a 1,93 veces. No obstante, lo compensa parcialmente con generación de negocio.