Tal y como se está contando la historia, la verdad es que no hay quien la entienda, así que empecemos por el principio. El ministro de Transportes, José Luis Ábalos, más conocido en el propio Ejecutivo como “Torrente”, comenzó a retirar peajes a las empresas concesionarias, con un coste de mantenimiento que asumió el Estado. O sea que usted y yo, todos juntos y unidos, pagamos como unos campeones la conservación de las carreteras a través de nuestros impuestos. Esto es, que no paga quien usa la autopista “x” sino todos los españoles, la usemos o no. Es lo que en el PSOE llaman “lo público”, que para eso son progresistas.

Y así, con una demagogia sin límites, Ábalos vendió aquello como algo parecido a la entrega al pueblo de las grandes vías. Pueblo pagano, insisto, utilice o no las susodichas grandes vías.

Si algo teme Sánchez es quedar mal ante Emmanuel Macron, jefe de la nueva masonería europea: capitalista y socialdemócrata, todo a un tiempo

Grandes vías que, por cierto, se están deteriorando a marchas forzadas, porque Ábalos ni invierte lo necesario para mantenerlas en buen estado para su uso.

Pero a Bruselas no le gusta el sistema y Bruselas, ahora, manda mucho porque de los eurócratas de la capital de la UE dependen los fondos que deben llegar a España. Y esos fondos no son gratis sino que serán financiados por el mercado y pagados por todos los ciudadanos de la Unión.

Por tanto, si algo no desean los eurócratas, que son burócratas pero no idiotas, es que el déficit público español aumente aún más -ya resulta pavoroso en la dimensión en que Sánchez y Calviño lo han situado- porque, a la postre, de forma indirecta, puede tocarles a ellos hacerse cargo de la factura, al menos de parte de ella.

En resumen, Bruselas exige a Madrid, a Torrente Ábalos, que imponga los peajes, el pago por uso. La respuesta de nuestro Torrente poco-simpático, siempre afiliado a la demagogia, consiste en ‘sostenella y no enmendalla’: de acuerdo, habrá peajes, pero la titularidad seguirá siendo pública. Es decir, que cambia la gestión de una empresa privada por un impuesto público totalmente injusto con el público, dado que pagarán lo mismo los que usan mucho las autopistas que los que no las usan nada.

Conste que Europa preferiría, no sólo que los peajes y el mantenimiento de las carreteras volvieran a manos privadas sino que, además, se instaurase la moda en el continente, a partir del modelo francés, el conocido como peaje en la sombra: las concesionarias no sólo cobran el pago por uso a cambio del mantenimiento vigilado del buen estado de las vías sino que, además, construyen carreteras bajo la promesa de un peaje, unos ingresos, futuro. No va por ahí Ábalos.

Europa pretende, no sólo el pago por uso, sino que sean las empresas quienes construyan las nuevas carreteras

A partir de ese punto comienza la demagogia habitual del titular de Transportes. ‘To’ pal pueblo’ mientras reconoce, y acaba de empezar a cerrar concesiones, que con los 1.000 millones de euros anuales que actualmente salen de los presupuestos no llegan ni de broma para el mantenimiento de las carreteras públicas y mucho menos para la construcción de nuevas vías.

Vamos a ver: las carreteras debe pagarlas quien las usa. Si no, su mantenimiento lo pagamos entre todos y eso es injusto. Pero como había que fastidiar a Abertis y a otros depredadores empresariales, suprimamos las concesiones y los peajes.

Conclusión: el estado de las carreteras españolas ha empeorado durante los casi tres años que el señor Sánchez lleva en Moncloa.

Y de la demagogia a la mentira: Ábalos asegura que no es verdad que el que use pague porque también otras infraestructuras como el tren de alta velocidad las pagamos ente todos.

Pues no: salvo en el caso del AVE donde lo costoso es construir la vía -y cuyo uso ahora hemos liberalizado a toda prisa, hay que ser idiotas- el pago por uso es el principio más justo.

¿Y cuál es la consecuencia política de todo este rifirrafe? Pues la caída en picado de Ábalos, el hombre fuerte del partido y mano derecha de Sánchez para tapar 'marrones'.

En resumen lo que está ocurriendo no es más que otra bofetada de Europa al Gobierno Sánchez: España debe volver a los peajes, asegura Bruselas contradiciendo la política del PSOE.

Y la segunda consecuencia política es que esta demagógica metedura de pata de Ábalos le pasa ahora factura. Ábalos debería saber que sólo hay algo que el presidente no perdona: que le desautoricen como estadista en Bruselas, especialmente ante Angela Merkel y Emmanuel Macron. Especialísimamente respecto a este último, que es el principal exponente de la nueva masonería europea, de corte capitalista y socialdemócrata. Sí, ambas realidades son perfectamente compatibles. O sea, del Europeísmo progre que acabará con la UE.

¡Torrente, te la has cargado!