El sector del automóvil en su conjunto vuelve a cargar contra la política de Pedro Sánchez, obsesionado con “penalizar los coches diésel” -el propio presidente confirmó un nuevo impuesto a ese carburante en 2019-, cuyo efecto es el aumento de la contaminación en las ciudades, con más emisiones de CO2.
No deja ser paradójico, cuando esa política parte de un Gobierno que se define como “ecologista” (sic) y sus logros van en sentido contrario: la sustitución de los diésel por vehículos de gasolina, en concreto, está ensuciando más el ambiente porque los primeros contaminan menos que los segundos.
Las razones no son nuevas, como ya explicó Hispanidad, al informar de la última advertencia de Anfac al Gobierno: no sabe de qué está hablando. En paralelo, la ventas de gasolina aumenta y las de diésel retroceden.
La punta de lanza, esta vez, es una carta abierta (en el documento adjunto) en la que se lanzan duras acusaciones y que han firmado los presidentes de las patronales del sector: fabricantes (Anfac), concesionarios (Faconauto), vendedores (Ganvam), proveedores (Sernauto) e importadores (Aniacam).
Hay una contradicción entre lo que se pregona contra el diésel y lo que pasa realmente, sobre todo en el ámbito local
Los nuevos modelos diésel emiten un 84% menos de NOx (óxido de nitrógeno, muy perjudicial para la salud) y un 91% menos de partículas contaminantes que los vehículos de hace 15 años, algo que ha sido posible, según la industria, por las fuertes inversiones en investigación (I+D+i).
Y respecto a los de gasolina, los de diésel emiten un 15% menos de CO2, con un consumo un 25% inferior. Hablamos de los coches que se están vendiendo ahora en los concesionarios. De ahí la contradicción entre lo que se pregona desde el Gobierno y lo que pasa realmente, “sobre todo en el ámbito local”, lo cual “nos aleja, a su vez, de los objetivos marcados por la Comisión Europea”, se dice en la carta abierta.
Los nuevos modelos diésel emiten un 15% menos de CO2, con un consumo un 25% inferior
En concreto, pide que “no se ataque ninguna tecnología ni se genere incertidumbre innecesaria en la ciudadanía”, por los perjuicios que provoca a la industria, las inversiones y el empleo.
La carta insiste, en paralelo, en que, en términos de contaminación, no ocurre lo mismo con los vehículos más antiguos (de más de 10 años), de gasolina o diésel, con niveles muy superiores en emisiones de CO2, partículas y NOx.
De igual modo, destaca los esfuerzos para introducir en el mercado nuevos sistemas de propulsión, como los eléctricos o híbridos, gas licuado de petróleo (GLP) o gas natural comprimido (GNC).