Nancy Pelosi envió una carta a Mike Pence exigiéndole que cesara a Trump. Al parecer, la demócrata teme que el aún presidente utilice el maletín nuclear
La saña de los demócratas y de sus dos marionetas católicas -Biden y Pelosi- contra Trump se debe a que, si no hay pruebas de fraude -han bloqueado la investigación-, sobran los indicios de pucherazo
EEUU: 70 millones de votos por correo sin fiscalizar. Ese fue al ariete para ganar las elecciones.
La última sobre Estados Unidos, convertido ya en un auténtico culebrón, es que los demócratas insisten en destituir a Donald Trump, un presidente ya destituido, incluso una vez que su Joe Biden esté en la Casa Blanca. Es lo que se llama pisarle el rabo al león después de muerto.
Y los hay que tiene aún más prisa. La última de la inefable presidenta del Congreso, Nancy Pelosi, ha consistido en enviar una carta al todavía vicepresidente Mike Pence exigiéndole que cese a Donald Trump. ¿Y cómo iba a hacerlo?
Pelosi está muy preocupa por la contingencia de que Trump utilice el maletín nuclear para provocar una guerra atómica.
Curioso, porque si ha existido una presidente norteamericano que haya evitado cualquier tipo de guerra, ese ha sido Donald Trump. Realizó un asesinato selectivo, ciertamente, el de un militar iraní, y paró los pies a Rusia -quizás indebidamente, porque envalentonó a Turquía- en Siria. Sin embargo, los demócratas le presentan como un belicista que, según Pelosi, debe ser detenido porque puede empezar a disparar misiles nucleares.
Utilizando armas comerciales, eso sí, Trump le ha parado los pies a China y a Irán, que ahora se lanzan otra vez al ataque de Occidente, mientras la atontolinada Unión europea les sonríe.
Joe Biden está muy preocupado por la polarización de Norteamérica pero todos sus paseos contribuyen a una mayor división. Entre otros, el no desactivar el mecanismo del voto por correo. Más de 70 millones de estadounidenses votaron por correo, un voto ajeno a cualquier tipo de fiscalización. Los demócratas quieren que esa puerta continúe abierta para el futuro. El 3 de noviembre la utilizaron como ariete para controlar aquellos estados que podían perder.
La saña de los demócratas y sus dos marionetas católicas -Biden y Pelosi- contra Trump se debe a que, si no hay pruebas de fraude -las han prohibido-, sobran los indicios de pucherazo. Por eso, a los demócratas les interesa mantener el guerracivilismo actual en USA.
Pero lo más importante es que, a partir del día 20, Estados Unidos se prepara para la Presidencia de Kamala Harris. Joe Biden es un hombre en la frontera misma de la senilidad. Ideológicamente es pro-chino, además de una verdadera marioneta cambiante. Empezó su carrera política como racista y ahora ha llegado a la Casa Blanca apoyado en el BLM. Fue provida antes que abortista… un hombre capaz de adecuarse a todo y de ser compatible con todo, que jamás hubiera alcanzado la Presidencia sino fuera por la coalición anti-Trump de todos los grandes las grandes tecnológicas, los grandes medios de prensa, las grandes fortunas, los grandes mercados financieros (mucho más que las empresas) o los grandes lobbies culturales, los más peligrosos de todos, estilo Open Society de George Soros, el Club Bilderberg o el capitalismo inclusivo (Consejo para el Capitalismo Inclusivo que predican dos familias que no necesitan presentación: los Rothschild y los Rockefeller. Es decir, lo que conocemos como nueva masonería o Nuevo Orden Mundial (NOM).
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En cualquier caso, la edad de Biden, elegido a la fuerza por la cúspide, que no por las bases, del Partido Demócrata como candidato electoral, no es más que una pasarela para que llega al poder la ultraprogre Kamala Harris. El plan no es que Biden sea presidente por mucho tiempo, sino que a la vicepresidenta que le impusieron y que nunca habría llegado a candidata por la vía de las elecciones primarias -donde fracasó-, se convierta en la primera mujer presidente de los Estados Unidos, ante cualquier afección intestinal, por ejemplo, de un hombre que ya cumplirá este año los 79.
Y no por mujer -el NOM desprecia a las mujeres- sino por feminista, progresista, ecologista, cristófoba, estatista y, en pocas palabras, una señora con muy mal café. Ella, y no Biden es la candidata del NOM para liderar la primera potencia del mundo. Ella representa el sectarismo del nuevo gabinete mucho mejor que su jefe de filas.
Trump era la última barrera que se interponía ante el Nuevo Orden. Por eso había que acabar con él y con el trumpismo. Y que no resucite nunca más.