Cómo no, la declaración más ridícula tenía que venir del Gobierno, Carmen Calvo: "el Gobierno siempre apuesta por la distensión”.
Es decir, a la pusilanimidad, a la timidez, al apocamiento, a la cobardía, ahora se llama “distensión”.
La fragata Méndez Núñez forma parte de la flota del portaaviones norteamericano Abraham Lincoln. Washington ordenó que esa flota del Índico entrara en el Golfo Pérsico -el temido Estrecho de Ormuz- como demostración de fuerza ante Irán, que había saboteado dos petroleros saudíes.
Es verdad que se trata de un error de Trump, pero no se abandona a un aliado
Tampoco ha resultado muy edificante la explicación de la ministra de Defensa, Margarita Robles. La he escuchado dos veces y no me he enterado de nada. Defender la cobardía y la aversión al riesgo nunca propicia ideas claras ni exposiciones precisas.
Y el caso es que, en esta ocasión, al cobardica de Pedro Sánchez no le faltaba parte de razón. En efecto, Trump se equivoca al apoyar al sunismo saudí frente al chiísmo iraní. El primero todavía es más fanático y peligroso que el chiísmo. Ahora bien, no se abandona al aliado en plan operación bélica o cuasi-bélica.
Y la vicepresidenta, Carmen Calvo llama distensión al apocamiento
Se repite el ridículo del Ejército español por mor de sus políticos. Cuando Zapatero retiró las tropas españolas de Irak (que no llegaron hasta que la guerra terminó y con una labor casi humanitaria) toda la OTAN se ensañó con la cobardía de los militares españoles, cuando se trata de la cobardía del presidente del Gobierno.
Ahora sucede lo mismo con Pedro Sánchez: el ridículo no lo sufre hoy: lo sufre el Ejército español. De la cobardía de ZP hemos pasado a la cobardía Sánchez.