Según publica La Razón, durante el pasado curso -el de la pandemia- los alumnos de Bachillerato, acabaron el curso con un 8% más de aprobados que el año anterior. Lo ha confirmado Isabel Celaá. Y para la ministra de Educación ese buen desempeño de los estudiantes se tradujo también en un mayor número de aprobados en la Selectividad. “La mejora de los resultados del 8% fue refrendado por las universidades”, ha sentenciado.
“Era un año de pandemia y los alumnos estudiaron porque tenían miedo, no sabían lo que iba a pasar”. Pues, qué bien, que un año en el que organizar la eduación no fue nada fácil ni para profesores, ni para los padres. obligados también a ejercer de docentes en sus casas, con sus hijos encerrados en pleno confinamiento, los resultados sean tan positivos.
Quizá por eso, porque los alumnos han tenido miedo, es por lo que la señora Celáa está tan convencida de que no hay que traumatizar a los estudiantes y animada por ese instinto de protección -recuerden que los hijos no son de los padres, lo dijo ella misma- impone en su ley la cultura del mínimo esfuerzo. Otra muestra del pensamiento Celáa: si los alumnos repiten mucho... pues suprimimos las repeticiones. Pedir más esfuerzo no es progresista.
Así que, ¿no será que aprueban más porque ha bajado el nivel?