La ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, se ha topado con el mal trago del precio de la luz disparado -ha tocado máximo en dos años- pero sabe que poco puede hacer para evitarlo, según fuentes consultadas por Hispanidad. También ha hablado con las eléctricas, pero no para cargar contra ellas, como pide Podemos, sino para cruzar información sobre un debate creciente.
La ministra comparecerá el próximo 19 de septiembre en el Congreso para explicar la situación, con la intención de presentar, además, serie de propuestas. Ahora bien, sabe perfectamente que la luz seguirá subiendo porque depende de factores de mercado en los que poco puede hacer.
Ribera tiene información de primera mano de las eléctricas y sabe lo que no puede hacer
Ribera, dicho en otras palabras, está sufriendo un síndrome peculiar: el de estar en el Gobierno, aunque sin dejar de estar en la oposición. La explicación, como en otros puntos, está en el débil apoyo parlamentario (84 escaños) y su dependencia de otras fuerzas. Se entienden así algunas contradicciones, entre declaraciones y posteriores rectificaciones.
Le ha ocurrido con declaraciones fuertes como decir que “el diésel tiene los días contados”, que ha tenido una contundente réplica de Anfac -el coche diésel contamina menos que el de gasolina, ha asegurado-, o el precipitado cierre de las centrales nucleares, que está también en el aire.
En el caso concreto del precio de la luz, Ribera sabe que no puede hacer porque los precios están vinculados al coste y la factura no se puede manipular, como ha llegado a sugerir Facua, haciéndose eco después Pablo Iglesias, para cargar después contra el “oligopolio eléctrico”. Hay paradojas incluso como que los elevados precios de generación pueden penalizar a las eléctricas en los resultados por distribución, reduciendo sus márgenes.
La explicación es más sencilla, como ya hemos contado, por la fijación de precios en el mercado mayorista, en el que influyen el encarecimiento de los derechos de emisiones, el mayor recurso al carbón y el ciclo combinado, por la menor aportación de la hidráulica y la eólica, más baratas. El sistema de fijación de precios es el mismo que en el resto de Europa, aunque hay una diferencia en la vinculación a los precios regulados. Esa es la razón de la mayor inestabilidad, a diferencia de lo que ocurre en mercado liberalizado, y sobre lo que trabaja Ribera para introducir cambios.
La ministra es presa del mismo síndrome que el Gobierno: gobernar como si estuviera en la oposición
Obviamente, Ribera ha evitado cualquier comentario sobre manipulación de precios, entre otras cosas porque es una razón para acabar en los tribunales, pero, eso sí, se presta también, desde el desconocimiento, a la manipulación política de Podemos.
En cualquier caso, el debate está vivo -también social, siempre incómodo-, lo que obliga a anunciar a Ribera que algo tendrá que decir. Pero sabe lo que hay, entre otras cosas porque tiene información directa de Iberdrola, Endesa y Naturgy, con las que se ha reunido este verano “en buena sintonía”, como ha sabido Hispanidad. No solo para hablar de los precios, sino también de las futuras reformas. Ribera trabaja en la nueva planificación energética y la futura ley de transición ecológica, pero depende del apoyo en el Congreso.