Decíamos ayer que declinaba la estrella de Jaime Pérez Renovales, el jurista que en verdad opera como un número tres del Santander, como secretario del Consejo y responsable del departamento jurídico, jefe de seguridad y hasta el 31 de diciembre, responsable de una plantilla de 200.000 personas. Decíamos que había perdido este último cargo pero ahora está en línea de salida para otro: el de sustituir (de abogado del Estado a abogado del Estado) a Jaime Alfonsín como jefe de la Casa Real.
Todavía no hay nada decidido pero lo cierto es que las relaciones entre SM Felipe VI y el Jefe de la Casa Real, cargo con categoría de ministro, Jaime Alfonsín, empiezan a ser como las fincas en Extremadura: manifiestamente mejorables.
Probablemente el punto de no retorno fue la salida de Juan Carlos I al extranjero, pactada y ejecutada por Alfonsín con una frialdad sin parangón posible. Y hasta a un personaje tan distante y medroso como el actual monarca.
El Jefe de la Casa Real fue quien ejecutó el destierro forzado de Juan Carlos I, en connivencia con Carmen Calvo… cómo no
Alfonsín pactó con la vicepresidenta primera del Gobierno, Carmen Calvo, que el Rey emérito tenía que salir de España, al destierro, al exilio, con la apariencia del delincuente que huye de los tribunales, tal y como miembros de Podemos -es decir, del Gobierno que vicepreside Carmen Calvo- se encargaron de cantar. Y fue Alfonsín quien se lo comunicó a SM Juan Carlos I.
Y no debió sufrir en exceso, a fin de cuentas, Alfonsín arrastra el resentimiento de que el Rey emérito en pleno ejercicio de sus funciones, siempre le consideró una buen secretario… y poco más. Sin embargo, con el paso del tiempo, y con la elevación al trono de Felipe VI, el papel de Alfonsín se ha ido agrandando. Y no hagan caso de las presuntas malas relaciones con La Moncloa, Alfonsín es de derechas, claro está, pero odia el conflicto. Y en su cargo no se pueden evitar todos los conflictos durante todo el tiempo.
Felipe VI empieza a convencerse de que su Reinado no puede consistir en pasar inadvertido. Y más, con la que está cayendo
Por lo demás, Felipe VI empieza a convencerse de que su Reinado no puede consistir en pasar inadvertido. Y más, con la que está cayendo. Y para un despertar del hacer regio, para imitar a su desterrado padre, que es lo que tiene que hacer (no en materia de señoras), Alfonsín no sirve.
Por su parte, el número tres del Santander es un monárquico convencido, cercano a Juan Carlos I pero también a Felipe VI. Tiene experiencia en la Administración: como secretario de Estado con Soraya Sáenz de Santamaría en la Vicepresidencia, fue responsable de la reducción de la Administración pública. No me pregunten si triunfó. Por supuesto que fracasó. ¿Conocen alguien que sea capaz de la hercúlea tarea de reducir el número de funcionarios, si no es tras un conflicto bélico y por defunción de una buena parte de la población burócrata? Pues eso.
El número tres del Santander es un monárquico convencido, cercano a Juan Carlos I pero también a Felipe VI
Sólo puedo decirles una cosa: el artículo de Jaime Pérez Renovales en defensa de Juan Carlos I, publicado en El País, no gustó en Moncloa, pero a Felipe VI, al decir de uno de sus escasos amigos, sí. Freud ‘mente-sucia’ dictaminaría que el Rey de España se había percatado de que había matado al padre.
Y el Rey actual también sabe otra cosa: el haber deshonrado a su padre es algo que buena parte del pueblo español no le va a perdonar y que puede marcar todo su mandato.
A lo mejor el actual monarca cambia de actitud y eso también sería una buena razón para prescindir de Alfonsín. Sería como cambiar a un abogado procedente de Uría y Menéndez por otro proveniente del Santander. No, lector malicioso: no es lo mismo.