La pandemia del coronavirus ha reducido la demanda energética y los precios del crudo y del gas, colocando a las petroleras, en crisis. Entre ellas, está la italiana ENI, que en un año ha pasado de ganar 148 millones de euros (cifra obtenida en 2019) a tener unas pérdidas de 8.563 millones en 2020. Además, ha reducido sus ingresos un 37% y ha elevado su deuda.
Unos números rojos en los que ha tenido mucho que ver el impacto del deterioro de los activos (3.200 millones), así como su depreciación y amortización (7.304 millones). ENI ha registrado una pérdida neta ajustada de 742 millones, frente al beneficio neto ajustado de 2.876 millones del año anterior, y se ha comportado peor que otras compañías de su sector (entre ellas, la española Repsol, que ha tenido un resultado neto ajustado de 600 millones). Eso sí, el consejero delegado de ENI, Claudio Descalzi, ha señalado que “en un año como ningún otro en la historia de la industria energética, ENI ha demostrado la robustez y flexibilidad de su modelo de negocio al reaccionar rápida y efectivamente al contexto extraordinario de la crisis mientras progresaba en el camino irreversible para la transición energética”. Los números, sin embargo, lo ponen algo en duda.
La división de refino, comercialización y químicos ha facturado 25.340 millones (-40%); exploración y producción, 13.590 millones (-42%); el negocio gasístico, 7.051 millones (-40%); y el de energía y renovables, 7.536 millones (-11%)
La energética italiana ha tenido unos ingresos de 44.947 millones, lo que supone un 37% menos. Por negocios, la división de refino, comercialización y químicos ha desplomado su facturación un 40%, a 25.340 millones; exploración y producción (es decir, upstream), un 42%, a 13.590 millones; el negocio gasístico, un 40%, hasta 7.051 millones; mientras la del de energía y renovables ha bajado un 11%, a 7.536 millones.
ENI también ha aumentado su deuda en 2.168 millones, hasta 26.686 millones. De esta cifra, conviene señalar el descenso de la deuda a corto plazo, que se ha situado en 4.791, mientras que la deuda a largo plazo ha aumentado a 21.895 millones. Además, rebajará su dividendo a 0,36 euros por acción, frente a los 0,86 euros que abonó por los resultados de 2019, aunque quiere aumentarlo progresivamente, como se recoge en la actualización de su estrategia 2021-2024 que se ha presentado este mediodía.
Paralelamente, la energética italiana busca hacerse hueco en el mercado ibérico de luz y gas. Y es que semanas después de comprar la comercializadora Aldro Energía, que tiene su sede en Torrelavega (Cantabria) y una cartera de 250.000 clientes en España y Portugal, con una destacada presencia en el segmento de pymes, ahora desarrollará tres proyectos solares que suman 140 megavatios (MW) junto a X-Elio. Recuerden que esta última es propiedad al 50% de dos fondos -el estadounidense KKR y el canadiense Brookfield- desde principios de 2019, cuando se la compraron a los hermanos Riberas. Además, no hay que olvidar la burburja especulativa de renovables que hay en nuestro país, a pesar de que ya han empezado las subastas.