Terminó el suspense, que no lo era tanto: Aitor Esteban, portavoz del Partido Nacionalista Vasco (PNV) en el Congreso, uno de los más antiespañoles de la formación euskaldún, aseguró, muy solemnemente, que votaría a favor de los Presupuestos Generales del Estado 2018. Como si no se supiera, dado que llevaba votando pro PP todas las enmiendas al proyecto de Presupuestos.
Aitor Esteban escenifica el nuevo frente separatista y promete a seguir “sosteniendo” al separatismo catalán
Pero ojo, Esteban dejó claro que lo hacen “por responsabilidad”, tanta responsabilidad que ya han conseguido todo lo que podían conseguir económicamente (concierto y cupo), mientras -orgullo obligaba- apoyaba a los independentistas catalanes.
Y para que quede claro, contesta en vasco a los periodistas, en el Congreso de los Diputados
Y, como buen nacionalista, Esteban dijo que no se chupaban el dedo. Además, para que quedara claro que los vascos no se casan con nadie, Esteban respondió en euskera a una pregunta formulada en el mismo idioma por una periodista vasca… y que sólo entendieron ellos dos porque se encontraban en la sala de prensa del Congreso de los Diputados del Reino de España.
¿Y los Presupuestos propiamente dichos? Antiliberales: más gasto que habrá que soportar con nuevos impuestos
En definitiva, Rajoy ha aceptado gustoso el chantaje del PNV y con ello ha dado carta de naturaleza al segundo ‘procés’, el vasco. Con tal de permanecer en Moncloa un año más quizás hasta el final de legislatura, el resto le importa una higa. Incluido el nuevo frente separatista, porque ahora España contará con dos independentismos -por supuesto, pacifistas-: el catalán y el euskaldún.
Y a todo esto, ¿los presupuestos propiamente dichos? Pues socialdemócratas, según costumbre en el PP. Aumenta el gasto, con Bruselas advirtiendo que podemos seguir en el agujero del procedimiento de déficit excesivo. Mäs papel para el Estado, porque la reducción de impuestos es mínima. Y el Banco de España recuerda que aún faltan reformas, lo que el PSOE y Podemos llaman recortes. Y, sobre todo, no son presupuestos para una España envejecida, que sólo tiene un problema económico de gravedad: el feroz envejecimiento de la población.