Los Presupuestos Generales del Estado (PGE) para 2018, presentados por el ministro Cristóbal Montoro (en la imagen) son lánguidos. Sí, Albert Rivera y sus apoyadores aseguran que reducen los impuestos a las rentas bajas, que subirán las pensiones y que, en general, son lo suficientemente socialdemócratas, o sea, negativos, como para que la izquierda no dé el coñazo más de lo habitual.

Y lo son, pero no sirven. Los PGE para 2018 pretenden curar el cáncer con tiritas.

No luchan contra el principal problema económico de España: el envejecimiento. Para ello se apoya en su base rural, sin darse cuenta de que su fuerza electoral está en los pensionistas

Total, para el tiempo que nos queda, lo que importa es asegurar unos PGE de salario público. Ahora bien, las cifras del paro en el primer trimestre advierten que el crecimiento se resiente. Además, el PP está en disolución, y el caso Cifuentes ha hundido a todos sus dirigentes.

Eso sí Mariano Rajoy, el último optimista del PP, insiste en que va ganar a Rivera por un diputado porque él todavía se siente controlador de España rural, frente a un Rivera con mucha zonas de sombra. Lo cual es cierto, pero se confunde don Mariano: el PP no controla el voto rural sino el voto de los pensionistas.

Y ahí es donde ha empezado la rebelión. Injusta, por cierto, porque España paga mejores pensiones que salarios pero… Y ojo, lucha contra el envejecimiento significa dos cosas, ninguna de las cuales está en el PGE 2018 con la suficiente fuerza: pagar la maternidad y retrasar le edad de jubilación.

En la política española impera el pensamiento débil y la moral relajada

Y éste, precisamente, es el  principal problema económico de España: el envejecimiento de la población.

Por no se preocupen: en la política española impera el pensamiento débil y la moral relajada. Eso significa que a Mariano Rajoy le bastan con esos argumentos. A los españoles no estoy tan seguro.