- Y lo peor es que con esa capacidad de generación de recursos es imposible que pague su deuda.
- PRISA sigue manteniéndose en pie gracia a los bonos convertibles que le firman Santander, HSBC y Caixabank.
- Cerró 2015 con unos fondos propios negativos de 395 millones de euros. A 30 de junio, dichos fondos eran negativos en sólo 295 millones de euros.
Está claro que
PRISA que
está técnicamente quebrada (la diferencia entre sus activos y sus obligaciones o pasivos es negativa). Pero gracias a los bancos que le siguen prestando el dinero podemos hablar de empresa zombi, muerto viviente.
Eso sí,
está sensiblemente menos quebrada al cierre del primer semestre de 2016 de lo que lo estaba al final de 2015. En concreto, el ejercicio pasado lo cerró con unos
fondos propios negativos de 395 millones de euros, mientras que esta mañana ha informado que a 30 de junio, dichos fondos eran negativos en sólo
295 millones de euros. Esta mejoría de la situación financiera de la editora de medios se debe a la
conversión de deuda subordinada de sus grandes acreedores (Santander, Caixabank y HSBC)
en bonos necesariamente convertibles que, finalmente, terminarán siendo acciones de la compañía y diluirán a los actuales accionistas. Es un paso intermedio para la conversión de la deuda en capital, tan necesario para las compañías fuertemente apalancadas, que no son capaces de hacer frente a los compromisos con sus acreedores.
Sin embargo, y como lo anterior no es suficiente para atender la
enorme deuda que arrastra el grupo que preside
Juan Luis Cebrián (
en la imagen) y que ha reducido muy sensiblemente (233 millones de euros de reducción en la de a largo a plazo y 86 millones de euros en la de a corto), la compañía se ha visto obligada a
vender activos (básicamente participaciones en filiales), apretar a sus deudores exigiéndoles el cobro antes y reducir su liquidez (96 millones de euros o lo que es lo mismo, un 30% de la misma). Las medidas no dejan de ser ortodoxas y bien traídas para la situación.
Pero cuesta creer que una compañía en la que casi la mitad de sus activos (el 47% y poco más de mil millones de euros) son activos de muy dudosa recuperabilidad (fondos de comercio y activos por impuestos diferidos), a la vista de lo magro de sus resultados, pueda llegar a hacer frente a los elevados volúmenes de endeudamiento que todavía arrastra.
El resultado de explotación ha mejorado mucho (un 25%) pero apenas es de 44 millones de euros, lo que se antoja muy poco para hacer frente simplemente al pago de los intereses de la deuda y eso que éstos se han reducido mucho por la caída de los tipos, la reducción de la misma ya comentada y el
favor de los acreedores que le consienten mucho porque mejor poco que nada. Ahora mismo PRISA sólo puede salir adelante si su deuda se transforma en perpetua y los tipos se mantienen anormalmente muy bajos o si sus prestamistas aceptan convertirse en accionistas. El negocio no da para más. PRISA es una muy mala inversión.
El resultado final del semestre aparenta ser mucho peor que el del mismo periodo del año anterior (-89%) pero es sólo por el
juego fiscal de reconocerse compensaciones futuras frente a Hacienda y que el año pasado fueron muy importantes. Eliminado ese efecto, dadas las incertidumbres de que dichas compensaciones puedan llevarse a cabo, PRISA ha tenido un resultado positivo de 20 millones de euros frente a los 27 millones de pérdidas del primer semestre de 2015, en ambos casos antes de impuestos. No cabe duda de que es una mejoría importante en términos relativos, pero pequeña en términos absolutos, que es con lo que se paga la deuda, y, tal vez, demasiado tarde. Por otro lado, dichos resultados positivos al final no son para los accionistas de la sociedad matriz del grupo sino para los accionistas minoritarios de las filiales, hasta el punto de que dichos accionistas continúan cosechando pérdidas.
En una palabra: mejoría, importante en términos relativos pero escasa en absolutos que son con los que se paga la deuda, y tal vez demasiado tarde. PRISA continúa siendo un muerto viviente. Un auténtico zombi.
Rodrigo de Silos
rodrigode@hispanidad.com